WILFREDO PINO CHÁVEZ[1]
Por: Hélard Fuentes Pastor
No
sé si deba hablar de la gran admiración que te tenía o de la amistad que,
ojalá, hubiese superado la inolvidable tribuna de Acción Popular, aquella que
transitamos en el 2018, cuando con todas las limitaciones logísticas nos
lanzamos en la aventura de apoyar la candidatura de Mauricio Chang.
Entonces,
Wilfredo, recibiste el apoyo de tu familia, de tus colegas con quienes
trajinabas por los pasillos del Hospital Regional Honorio Delgado Espinoza, de
los estudiantes que educaste, sobre todo, en la decencia que te caracterizó, y
de los ciudadanos que saludaron con entusiasmo tu candidatura a vice gobernador
de Arequipa, quizás, porque fueron tus pacientes o conocían el rumor de tus
hazañas en los numerosos cargos que ocupaste, por ejemplo, como director ejecutivo
de la Red Camaná-Caravelí o la Dirección Regional de Salud.
Recuerdo
con mucha claridad tus propuestas en torno al sector salud que palpaste a
diario en tu calidad de médico-cirujano, cuya sapiencia alternaba con tus
cualidades para la docencia superior, dónde seguramente ganaste el don de la
paciencia y la prudencia. Durante algunas reuniones, hablabas de la importancia
del cuidado para no llegar a situaciones de riesgo, de la emotividad de la
población, del significado real de las campañas preventivas, y de evitar
sembrar cemento a ciegas, aquel que en estos momentos yace colapsado sin la
posibilidad de atender a los centenares de enfermos aquejados por este terrible
mal que nos ha privado de seguir escuchando tus recomendaciones.
Probablemente,
el dolor más fuerte no fue sentirse indispuesto en una camilla del hospital,
dónde encaraste los abusos y la incompetencia de las autoridades, sino mirar de
cerca el rostro indolente del gobierno. Era julio y teníamos la esperanza de
que salgas airoso de la dura batalla que tuviste que librar junto a los tuyos.
Entonces, mientras dirigí una oración por tu salud, pensé en la segunda lección
que entregaste. No es un título con galardones o el conocimiento más profundo
de las ciencias, más bien, el sentido humano, aquel que no se limita a las
cifras de un registro hospitalario y al trato distante de un computador
recetando fármacos, actitudes que tanto cuestionabas.
Mi
paso por Acción Popular, independientemente de los aciertos y desaciertos, de
mis posibilidades y dificultades, es algo que nunca olvidaré. No solo por estar
agitando una bandera con el símbolo de la lampa o arengando en razón de los
cambios que exigimos como ciudadanos, además por la calidad de personas que
conocí, como usted, Wilfredo O. Pino Chávez (n. 18/10/1958), un hombre noble,
sencillo e inteligente, que tuvo como prioridad la salud y la educación.
Hoy,
respetado amigo, en el mes de aniversario de esta tierra por la que trabajaste
sin descanso, la noticia de tu partida me sorprende, y a la vez, entristece
porque duele saber que hemos perdido a un buen médico y mejor persona. Mi
recuerdo eterno.
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