Una historia revelada
Por: Hélard
Fuentes Pastor
Quienes nos dedicamos a la investigación, a la recuperación de la memoria de nuestros antepasados, a escribir sobre sus luchas y hazañas, estamos ante la oportunidad más auténtica de revelar un país cercano, integrado, consciente de las familias que habitan en él; por lo tanto, de sus heridas y postergaciones, no para generar un cultivo de resentimientos, sino con la misión de dignificar el deseo de superación de tantos ciudadanos, cuyos nombres anónimos comienzan a descubrirse.
Una de esas historias es la de Asunta Maldonado
Segura (1895-1978), una mujer que desde pequeña observó los desencuentros de un
país que, en los periodos más difíciles de su historia, como la Guerra del
Pacífico o sus consecuencias, no tuvo las herramientas ni la decisión política de
defender a los suyos. Asunta, además de haber sufrido el abandono de su propia
patria fue testigo de las represalias y el ‘cautiverio’ que vivieron tantas
otras familias tacneñas, tarapaqueñas y ariqueñas en esos años de artimaña e
incertidumbre. Un ejemplo de vida, pues a pesar de las hostilidades que pasó
por una cuestión de género, origen y raza, supo mantener en pie su proyecto de
vida: la patria y su hogar.
Aquel testimonio ha sido recogido, recreado,
revalorado, por el escritor Yilmer Ticona Flores, en un sugerente título: «El
fuego sagrado» (Editorial Apogeo, 2021). En más de trescientas páginas divididas
en ocho partes y un epílogo, el autor ha conseguido reivindicar a los suyos, la
raíz a la que siempre debemos volver con optimismo y confianza. Uno de los
primeros valores que destaco de esta novela histórica es el tremendo esfuerzo
de contextualizar los hechos a partir de un marco cronológico que va de 1905 a
1929.
El Tratado de Ancón puso fin al conflicto entre
Perú y Chile en 1883, estableciendo que por un plazo de diez años Tacna y Arica
estarían en posesión de Chile hasta que se determine el destino de las regiones
sureñas a partir de un plebiscito. Evidentemente, nunca se cumplió. La
incertidumbre de aquellas familias se postergó a 1929 (con el Tratado de Lima
que establece la reincorporación de Tacna). Periodo que alternó con un plan
agresivo de chilenización, tratos políticos bajo la mesa, persecuciones,
indiferencia y discriminación, una situación difícil para crear e imaginar
patria.
Hoy, a partir de la lectura de estas
descarnadas, enternecedoras, sugestivas páginas, nos toca reconciliarnos no
solo con un apretón de manos, sino también reconociendo la naturaleza de
nuestras regiones y que en algún momento del pasado atentamos contra sus
familias, las forzamos a enajenarse de sus identidades o las golpeamos con
indiferencia. Asunta no es solo un personaje, no es solo una historia. Asunta
es una familia, son muchas familias, es toda una ciudad, es una región; es el
sueño de miles de peruanos que a pesar de los tiempos grises aman a este país,
se reconocen como «hijos del Perú», hacen patria en todos los rincones y no,
circunstancialmente, cuando conviene.
La narrativa de Yilmer Ticona puede ser un gesto de agradecimiento, una retribución a la familia; pero también constituye una gesta, porque nos ayuda a encarar nuestra propia realidad y lo hace con la motivación de continuar adelante, en el ejercicio de perdonar y dignificar.
EN: DIARIO CORREO. AREQUIPA, 06 DE AGOSTO DEL 2021.
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