LA SEÑORA ALICIA MAGUIÑA[1]
Por: Hélard Fuentes Pastor
Una
nota periodística del diario español «El País» sobre la cantautora peruana
Alicia Rosa Maguiña Málaga de Hayre, me trae el recuerdo de una vieja polémica
nacional cuando el congresista César Larrabure Gálvez a fines de 1997, elevó un
proyecto para declarar el 31 de octubre como «Día de la Canción Peruana».
Inmediatamente, la señora Alicia se opuso al cambio de nombre considerándolo un
acto lesivo para la canción criolla, cuyo reconocimiento fue uno de los gestos
más significativos del gobierno de Manuel Prado.
Para
tranquilidad suya, en marzo de 1998, se generó un dictamen de ‘no aprobación’,
desestimando esa posibilidad que, en el afán de unificar los géneros musicales,
no tomaba en cuenta que no se puede hablar de una canción peruana sin entender
la variedad de voces y ritmos de cada región y localidad, como sostuvo en su
oportunidad la Sociedad de Autores y Compositores Populares.
Hace
algunos años, mientras realizaba una investigación biográfica sobre el músico e
intérprete Víctor Marín, tuve comunicación con Alicia Málaga, quién me dejó
saber que aquel férreo carácter no era cosa gratuita, sino la viva herencia de
esa línea materna arequipeña que enorgullecía a la artista limeña. No cabe
duda, era una mujer de fortaleza singular, a veces, altiva y diligente que, con
sería preocupación se encontraba compilando sus anécdotas personales y la
información documental para el Ministerio de Cultura y la Universidad San
Martín de Porres que coeditaron el libro autobiográfico.
La
obra «Mi vida entre cantos» (2019), constituye un legado testimonial con
partituras, letras y fotos inéditas que consignó en un aproximado de trecientas
páginas. Por esos días que se encontraba en plena faena, volví a comunicarme
con la esperanza de que escribiera un prólogo para el libro que había preparado
sobre Marín; sin embargo, me confió la prisa que tenía en su proyecto,
dedicando apenas una expresión de afecto que transcribí para la posteridad:
«Conocí a mi querido amigo Víctor Marín en los Dos Carrizos de Rafael Otero en
el Rímac como cajonista de los Trovadores del Norte y siempre tuve buenas
referencias de él. Saludamos la publicación de este libro a cargo de Hélard
Fuentes y deseamos éxito en las actividades que reconocen su trayectoria»
(2018).
Al
año siguiente, en un inolvidable evento, Alicia presentó esa magnífica obra que
estaba preparando. Precisamente, meses antes volvimos a conversar, esta vez con
la expectativa de poder entrevistarla. No obstante, tuvo que postergarse para
una fecha que por los compromisos y pendientes no se llegó a concretar. Ahora
que me entero de su partida, resulta más comprensible el ‘apuro’ que tenía. En
cada llamada la noté desesperada, incluso, a veces frustrada por el temor de no
finalizar el trabajo que había emprendido.
Me
tranquiliza, sobre manera, saber que aquella noche del 31 de enero del año
pasado, durante la presentación de su libro en Lima, cerró con Broche de Oro
toda una vida entregada a la cultura de nuestro país.
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