LA INOLVIDABLE TRAVESÍA DE PAUL MARCOY

LA INOLVIDABLE TRAVESÍA DE PAUL MARCOY

Por: Hélard Fuentes Pastor

Un francés de apariencia tosca y desaliñada, de faz barbuda y con bigote, que llevaba un sombrero estilo fedora y una manta tipo jorongo mexicano, aparentemente oscuro, durante su viaje hacia América del Sur, recorrió diferentes naciones y entre ellas, no pudo faltar nuestra patria, la cual visitó hasta en dos oportunidades. Paul —como se hacía llamar— Paul Marcoy, tenía la habilidad de escribir crónicas y dibujar con detalle los paisajes que observaba, así como la facilidad de palabra para establecer vínculos con los habitantes de las aldeas que lo acogían.

El extrovertido viajero, en su paso por la Amazonía peruana–brasileña, alcanzó a recorrer la costa y sierra de nuestro país, visitando la provincia de Islay y de Arequipa. Aquel trajinó por el territorio nacional entre los años de 1840 y 1846 aproximadamente, por lo que su llegada a la Ciudad Blanca debió producirse en ese marco cronológico. Entonces, Arequipa era bastante pequeña, con sus alrededores verdosos y sus calles céntricas, asoleadas y polvorientas. 

Marcoy, durante su estancia, realizó un bosquejo del paisaje natural y cultural junto a las características de sus habitantes, incluso, llegó a representar en un dibujo las expresiones festivas del carnaval como el juego libre en las calles, un martes de celebración. No obstante, la imagen que más le impactó —según inferimos de una cita del escritor Jorge Polar (1891)— fue percibir cómo la ciudad se encontraba “recostada” al pie del volcán Misti, uno de los elementos de la arequipeñidad. 

Por su parte, el estudioso Aurelio Miro Quesada Sosa (1938), llegó a afirmar que el científico europeo se deleitó pintando los pasajes y casas arequipeñas, así como el outfit femenino —en términos actuales— y la gracia de las mujeres. El viajero —considerado como uno de los cronistas más importantes de la primera mitad del siglo XIX en el Perú— representó a través de sus dibujos: la punta de Islay, un balsero, flora local, restos arqueológicos, peones del valle de Arequipa, el chacarero y la chacarera, los pueblos de Tiabaya, Ocongate y Umaru, el caserío de Sachaca, una taberna rural entre Sachaca y Yanahuara, la ciudad vista desde este último distrito, la típica lavandera, casonas tradicionales, calles como San Francisco, iglesias como la Catedral, indios locales y cholos, el vendedor de pan con mantequilla y otras escenas. 

En: Revista ECO del Diario El Pueblo. Arequipa, agosto del 2023.

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