LA FIRMA DEL FUNDADOR
Por: Hélard Fuentes Pastor
He leído los comentarios del historiador Víctor
Condori, respecto al nombre de uno de los fundadores de Arequipa: García Manuel
de Carvajal, afirmando que la partida de nacimiento o bautismo, con la que no se
cuenta, podría corroborar ese detalle que presenta imprecisiones en otros
manuscritos de la época. No obstante, de ser el caso, olvida que existe una
amplia distancia entre aquello que es consignado por un escribano y/o
escribiente, frente a lo que podemos apreciar con legibilidad en la firma/rúbrica
de un personaje en los documentos. No solo se trata de un garabato.
Ciertamente, en mentada época, no existía rigor
al consignar los nombres y apellidos de los personajes (tampoco ahora, de lo
contrario no habrían demandas de rectificación en el registro civil). Por lo
que es natural que muchos estudiosos (Barriga, Martínez, Morante, Málaga, etc.)
hayan transcrito tal cual aparece en el documento, y que otros autores sean
continuidad de los mismos, normalizando y popularizando: «Garcí». Aunque
también vale anotar las múltiples versiones escritas, tanto en una sola
expresión (Garcí o García; Carvajal, Carbajal, Caruajal, Carvajar…) como en la
composición del nombre (Manuel de Garcí, Garcí de Carvajal…); basados en unos
casos, en la transcripción paleográfica (a veces con defectos de lectura), en
la revisión bibliográfica o la misma contemporaneidad que no admite García,
primero, y Manuel, después.
Sin embargo, también en esas fojas citadas por
los historiadores arequipeños aparece la firma (de puño y letra) de los
protagonistas de ese tiempo (como revela el caso de García, abreviado: «Gra»);
lo que nos brinda la posibilidad de generar unidad y realizar una atingencia, por
supuesto en futuros trabajos de investigación. Esa ‘minucia’ –para muchos– nos
lleva a afirmar que se trató de García Manuel de Carvajal, en ese orden, y
salvo el respeto a la fidelidad de un documento durante su transcripción o cualquier
cita bibliográfica, en nuestra cotidianidad investigativa debería ser incorporado
o considerado.
Aquí le aclaro al historiador que no se trata de un solo documento donde se aprecia la firma del fundador, sino varios de ellos, en el protocolo de Alonso de Luque. El hecho de que ‘eminentes’ autores (aunque aquí nadie tiene corona), no se hayan concentrado en algo tan singular, no desmerece un hallazgo y una propuesta sustentada en términos históricos. No con lo que consigna un ‘tercero’, sino las rúbricas (porque son varias) del personaje, felizmente, en condiciones de lectura.
Eso quiere decir que hay una fuente documental que respalda nuestra afirmación, que las firmas pueden ser tan importantes como otras partes del documento y que la información manuscrita no se acaba en el Archivo Regional de Arequipa. Hay repositorios que debemos valorar como el Archivo Municipal. Aquí el valor y carácter histórico está presente. No se trata de creencias, pues al margen del titular sensacional (ojo no sensacionalista), propio del periodismo, existe una naturaleza auténtica y veraz en todas esas firmas ante cualquier presunción a la fecha.
EN DIARIO CORREO. AREQUIPA, 12 DE AGOSTO DEL 2021.
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