FLORA: LA INCANSABLE VIAJERA

 FLORA: LA INCANSABLE VIAJERA

Por: Hélard Fuentes Pastor

Ojona como ninguna otra. Flora Tristán tenía un perfil singular. Su frente en forma del volcán Misti o del monte Fuji (en Japón), su sonrisa coqueta y discreta, sus cejas semirrectas y su nariz alargada, tipo griego, con su cabellera cubriendo las orejas, revelaban a una mujer cauta, amable y muy sociable que siendo adolescente le escribió a su tío Pío de Tristán con la finalidad de conocerlo, solicitar su protección económica y su intermediación en la entrega de la herencia que le correspondía por parte de su padre. La urgencia —según anota— era tremenda, pues Mariano, papá de Flora, pasó sus últimos días en difíciles condiciones y la familia apenas se sostuvo con la mediación de su madre. A esa durísima realidad, se sumaba la actitud obsesiva y violenta de un esposo del que Flora tuvo que huir.

Pío, expectante, apenas recibió la carta de su sobrina se mostró desconfiado, poniendo en tela de juicio sí en realidad se trataba de la “entrañable” hija de su hermano; no obstante, para mostrar cercanía familiar dijo poder entregarle tres mil pesos fuertes de parte de la familia y sobre los bienes de Mariano, tan sólo una copia de la cuenta corriente afirmando que ya no existía fondos. Asimismo, con gesto caritativo, para su mantención temporal, le envió 2500 francos. Aquello decepcionó a Flora y de forma sorpresiva, se lanzó a la aventura de cruzar el océano para conocer a su abuela, en quien había vertido toda esperanza de reconocimiento y apoyo pecuniario. 

Su travesía en 1833, se produjo bajo durísimas condiciones como la afectación por las pulgas en la localidad de Islay, el mal clima durante los traslados y los obstáculos en el camino, pero, a su vez, con muchas atenciones por ser la sobrina de una ostentosa familia, los Tristán, pese a que aún estaba en cuestión su legitimidad, dado que sus padres no registraron debidamente su matrimonio, y, por lo tanto, fue considerada “hija natural”. Al final de su recorrido, de los reencuentros y desencuentros con su familia paterna, a la escritora y feminista francesa no le fue reconocida la herencia. Pío la trató de “sobrina querida”; sin embargo, legalmente, insistió en que no existía documento que acredite dicho parentesco. Así tuvo que salir, desanimada, frustrada, con apenas una pensión mensual que no creyó justa ante las posesiones y/o propiedades de sus parientes. Adiós fortuna. 

En: Revista ECO del Diario El Pueblo. Arequipa, agosto del 2023.

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