AUGUSTO MOGROVEJO: EXPEDICIONES
ARQUEOLÓGICAS FRENTE AL MAR
Por: Hélard André Fuentes Pastor
Así como todos los pueblos tienen su historia, también hay personajes
que entregan su tiempo, esfuerzo y dedicación para investigar aquel pasado y
darlo a conocer a sus coterráneos.
A ciento ochenta kilómetros de Arequipa, en la provincia de Camaná, vive
uno de los principales estudiosos de la arqueología local: el profesor Augusto
Mogrovejo Argote, que desde joven sintió el llamado de la investigación
conociendo la arqueología, la historia y la literatura de su tierra.
Una mañana, bajo un sol abrazador, nos recibió en su librería
“Damorys” para contarnos algunas experiencias en la investigación. Desde
pequeño frecuentó al destacado historiador camanejo José María Morante, que
además de ser su vecino, fue el amigo que despertó su interés por la historia y
la arqueología.
– Mi abuelo trabajaba sus tierras, vivíamos junto, prácticamente
vecinos. Luego, él se fue a trabajar a Arequipa y yo continué con mis estudios
de primaria y secundaria. Cuando se retiró de la Universidad de San Agustín, ya
un hombre realizado porque había escrito la Monografía de Camaná, siempre
conversábamos; cuando estudiaba la secundaria lo visitaba por las tardes y
conversábamos acerca de sus investigaciones o los cateos, como comúnmente
decía, que eran los estudios que realizaba en los cementerios pre-incas e incas
que se encontraban en Ocoña y Camaná –afirma el escritor respecto al surgimiento
de su pasión.
Augusto Mogrovejo es uno de los principales referentes de la historia
en Camaná, orientando a los estudiosos extranjeros que visitaron dicha ciudad,
tal es el caso de Bruce D. Owen, Daniel Sandweiss, entre otros. De cada
investigador guarda extraordinarios recuerdos y anécdotas, sobre todo, del
arqueólogo Owen.
– El que dedicó más tiempo a Camaná fue Bruce Owen. Vino el 2005 por
un artículo que hice sobre el “Inca camanejo”, que despertó su curiosidad, pues
ahí hablaba del descubrimiento de un aríbalo que tenía una iconografía distinta
a la inca, o sea, de una cultura paralela a la inca. Llegó a Camaná y me pidió
que demuestre lo que había escrito. Dedicó sesentaiún días a la investigación. Veinte
días en Pillistay, veinte días en Sonay y veintiún días en Pampatá. Al terminar,
le pedí que diera una conferencia de prensa donde se anunció que en Camaná se
ubica una nueva cultura que duró hasta el año 1600, pues estos pueblos
permanecieron aislados entre montes y los españoles no se arriesgaron a
ingresar ahí, –nos cuenta el profesor mientras exhibe algunas fotografías de
sus exploraciones.
Mogrovejo Argote es autor-editor de la revista “Camaná”. Nació el 30
de julio de 1947 y se siente profundamente agradecido con sus padres, Manuel
Augusto Mogrovejo y María Argote, quienes impulsaron su pasión: la
investigación, que supo llevar de la mano con la poesía y la música, pues
muchas de sus letras han sido interpretadas por cantantes locales. Terminó sus
estudios primarios en el colegio 901 (actualmente “José Carlos Mariátegui”
41040) y la secundaria en el colegio “Sebastián Barraca”. Los estudios
superiores los realizó en la Escuela Normal de Palpa en Ica, donde hizo amistad
con el historiador Josué Lancho Rojas. Asimismo, en Palpa conoció a uno de los
hermanos del arqueólogo peruano Julio C. Tello, que también impulsó sus ansias
investigativas.
Después de aquellas experiencias trabajó en Omate (Moquegua), donde realizaron
un descubrimiento que tuvo la oportunidad de verificar; y, luego, retornó a
Camaná, interesándose por el estudio de los restos que existían en la zona de
La Planchada. Posteriormente, es incorporado al Instituto Nacional de Cultura y
cerca de diecisiete años se dedicó al cuidado del patrimonio cultural y
arqueológico de Camaná.
– Todo tenía su tiempo –declara el investigador que ejerció la
docencia por varios años– me dedicaba a la pedagogía y los días sábados o
domingo a investigar, soy un aficionado a la arqueología que conozco gracias a
mi terquedad.
Su afán investigativo lo ha llevado a diferentes lugares como:
Huacapuy, Pacaycitos, Cerro del Castillo, Sonay, Pillistay, Chule, Pueblo
Viejo, Panarcana, Cerro Soto, Pampa Los Molinos, Sururuy, etcétera. Aquí nos
aclara que no existió la cultura pacaycitos, sino que existió un cementerio
arqueológico de gran extensión y de influencia Wari en dicha zona. El profesor
Mogrovejo guarda en su memoria numerosas anécdotas de sus incursiones; y con la
gentileza y sencillez que lo caracterizan, reviviendo cada experiencia,
comienza a contarnos cada una de ellas.
– Para realizar los análisis de las piezas cuando me han solicitado, la
policía, el fiscal, comenzaban a mezclarlas y yo les decía que no hicieran eso
porque las podían confundir. Ellos, tocaban los restos con la mano, y siempre
que se tocan los restos debe hacerse con guantes porque en algún momento –como
dijo la fiscal que nos acompañaba– nos puede caiquear, es decir, nos pueden
agarrar los muertos.
Mogrovejo, enseñó durante cinco años el curso de Historia en el
Instituto Superior de Educación “La Inmaculada” de Camaná. Aquí creó un museo y
el día de su inauguración la madre directora dijo: –Por culpa del profesor
Mogrovejo se ha hecho este museo. Y él, continuando la broma, le hizo la
siguiente réplica: –Ojalá que cuando se haga una obra en Camaná, también le
echen la culpa al profesor Mogrovejo.
Una de las problemática que lamenta es la falta de grupos culturales en
Camaná, salvo la Asociación Cultural “José María Morante”. De igual forma, le
preocupa que algunos espacios de preservación arqueológica estén,
prácticamente, desactivados. No obstante, agradece la gestión del arqueólogo de
la Universidad Católica de Santa María, Rómulo Pari Flores, que apoyó con el
museo del instituto superior.
Ahora, nos trasladamos a otro tema: las tradiciones y costumbres de
Camaná. Como está ocurriendo en diferentes lugares del país, muchas prácticas
culturales están desapareciendo. Según Augusto Mogrovejo, los carnavales y los
huachanacos de San José y Chule aún perduran, pero se ha perdido la costumbre
de las carreras de caballos en Pampa Cruzada. En la gastronomía todavía existen
los platos de antaño: la Capisca de Camarones, el Estofado de Choca, el
Ceviche, los Maicillos, los Bollos, etcétera. No obstante, la forma de
conservar el chicharrón con la manteca se ha perdido.
Finalizando nuestra entrevista, le preguntamos al profesor por algún
recuerdo de su niñez. Don Augusto Mogrovejo nos confió lo siguiente:
– Tendría unos nueve o diez años. Recuerdo mucho que en los terrenos del
doctor José María Morante, había una mata de albaricoque, fruta que está
despareciendo en Camaná, y mi abuelito me decía: “mañana amanecen maduritos los
albaricoques”. Yo le ganaba a mi abuelo, le daba el sacudón a la planta y me
tiraba mi panceada de albaricoques. Al mediodía no me gustaba porque estaban
calienten. Y al darse cuenta él decía: “alguien habrá venido en la noche y ha
sacudido el albaricoque”, y le contestaba: “tú también lo dejas para el día
siguiente”.
Antes de despedirnos, Augusto Mogrovejo invoca a toda la ciudadanía a
que proteja el patrimonio arqueológico, cuiden los museos y sigan investigando
la historia de Camaná; y nos recitó uno de sus poemas titulado: “Plegarias de
un niño”, cuyos versos transcribimos a continuación: “Ayer tenía pan /hoy tengo hambre /el padre que eligió mi padre /no se
acuerda de darme pan /Él se lo come todo /por eso no tiene hambre /Un pueblo
con hambre /es peor que una fiera herida /curemos la fiera herida /porque se
puede abalanzar /y así exterminar /al padre que eligió mi padre”.
Comentarios
Publicar un comentario