NACIMOS INTEGRADOS

 NACIMOS INTEGRADOS

Por: Hélard Fuentes

El Perú es una de aquellas naciones que tiene un sueño inmenso, pero siente que sus alas son cortas por la división social, la intolerancia o el sectarismo que durante tantos años hemos escrito en nuestra memoria histórica.

No hace mucho, en el marco de celebración del bicentenario patrio, me pregunté: ¿de qué manera, como historiador, escritor, pero, sobre todo, ciudadano, puedo contribuir a la llamada “integración nacional”? Entonces, pensé rápidamente que la integración no es solo compartir un propósito. O sea, como ciudadanos de un país, lo tenemos. También como un grupo de amigos que, medianamente, comparte afinidad (gustos, metas o pasatiempos). Me di cuenta que integrarnos, no es en sí, la dificultad. Lo podemos lograr en cualquier momento, por ejemplo, cuando nos ponemos la camiseta y alentamos a la selección nacional, o cuando manifestamos nuestra indignación frente a las cosas, principalmente en una sociedad mediática, muy condoliente y peligrosamente pasional. En realidad, nos integramos de forma casi connatural.

Considero que “integrarse” es inherente a todo ser humano en su proceso de vida, por lo tanto, la cuestión radica en que no necesariamente debemos buscar un propósito que nos integre, sino explicar las razones por las cuales ya nacimos integrados: el compartir una historia milenaria que nos conecta; una geografía vinculante con su variedad de ecosistemas que, entre sí, dependen uno del otro; o, sencillamente, la nacionalidad que aparece en nuestras partidas de nacimiento. No es el “para qué”, sino el “somos”, es decir reconocernos ya integrados con nuestras diferencias y semejanzas.

Desde ese momento, comencé a sustentar las cuatro “ie’s”. Una propuesta que encaminé con el proyecto de publicación de una antología de poesía, titulada: Voces de la poesía peruana, donde quise exponer aquellos aspectos que evidencian que ya nos encontramos integrados. El primero es reconocer que somos un país intercultural, que esa variedad de expresiones son las hebras que tejen un gran manto, que la misma geografía es vinculante.

De allí se desprende el segundo motivo, lo interregional, cuando comprendemos, que nuestra gente, que cada uno de nosotros, trasciende fronteras y que formamos hogar en diversas ciudades del país, a veces en la tierra natal y tantas otras en los distritos o provincias que nos acogen con los brazos abiertos, y que también es nuestra casa. Este corazón noble es tan grande que, en él, no solo cabe una casa, sino muchos hogares.

La tercera razón gira en torno a lo intergeneracional, pues no solo establecemos lazos con nuestros pares o contemporáneos, también generamos familiaridad, amistad, con quienes nos antecedieron (los mayores) y con quienes nos sucederán (los más jóvenes). Verán, una autora, Gayatri Devi, recomendó “tener amigos de distintas edades, al menos uno en cada década de la vida”. No se equivoca y, en efecto, la familia, el trabajo, la vida en general, nos ofrece esa oportunidad.

Finalmente, tenemos un último motivo para reconocernos integrados, es la interdisciplinariedad, porque, aunque nos especializamos en determinadas ramas existe la posibilidad de desarrollar múltiples condiciones disciplinarias a lo largo de nuestra vida. O sea, no conozco a ninguna persona que solo tenga un talento. Hay quienes les gusta escribir siendo médicos o ingenieros, sé de quienes han hecho periodismo y también se han dedicado a las

leyes, o, quienes no necesariamente han pasado por una universidad, pero tienen un amplio conocimiento de la ciencia producto de sus lecturas o de su voluntad para emprender sus logros. Además, un proyecto, sea cual sea, requiere de varias disciplinas, de varios especialistas, y de forma especial, de apertura.

Nosotros, llegamos al mundo integrados; pero a veces el cansancio, la inmediatez o la apatía, nos impide reconocerlo. En ese sentido, la solución a la integración nacional, más allá de buscar un propósito que nos vincule, está en reconocer que nacimos integrados y tenemos que aprender a confiar en aquellos lazos

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