LA OTRA CIUDAD

 LA OTRA CIUDAD

Por: Hélard Fuentes Pastor

Mucho se ha especulado sobre la existencia de túneles interconectados debajo de la ciudad. 

Alguna vez, en mis conversaciones amicales escuché decir que, al descender por la pileta, en la Plaza de Armas, se encuentra un camino bloqueado que parece conducir a la Catedral. Esas mismas versiones, he oído de varias casonas; incluso, en una oportunidad, durante la entrevista que compartimos con Mario Arce Espinoza y Pablo Nicoli Segura, quién preguntó sobre los míticos caminos subterráneos. 

– Entiendo que sí existen –afirmó Arce Espinoza– de hecho, tengo la certeza de que hay un tipo de pasadizos o catacumbas que comunican muchas veces los monasterios con algunas casas de la ciudad (…) Existe una que comunica el Monasterio de Santa Catalina con una casa que está al frente.

Mario atribuye –a modo de hipótesis– que sirvieron para salvaguardar a la población ante la amenaza de los enfrentamientos bélicos. Personalmente, de existir aquellos ‘pasadizos’ interconectados, deben ser de factura colonial; pues resultaría complicado establecerlos en otro tiempo debido a que las propiedades ya estaban situadas. Eso sí, no creo en el siglo XVI, ya que no existe referencia documental que respalde los años de historia inicial de Arequipa, además vale anotar (inferencia propia) que para entonces los españoles tuvieron dificultades presupuestales y de mano de obra como para poder realizar un proyecto de semejante envergadura.

Resulta complicado establecer, en caso haya esa interconexión, el momento en que fueron elaborados. En esa oportunidad deslicé la idea de que podrían remitirnos a la época de la rebelión de los encomenderos, es muy remoto. Vale como anécdota. Otra elucubración gira en torno a los terremotos: al traer a suelo muchas viviendas, hubo la posibilidad de que durante su reconstrucción se lleven a cabo aquellas obras.

Un conjunto de testimonios sostiene que en la casa Sucre existen varios subterráneos. Por otra parte, es sabido de las catatumbas debajo de la Catedral, y no faltan quienes aseguran que desde la iglesia de San Agustín se puede caminar más de diez metros hacia la zona de la plaza. Incluso, se desliza mentada historia sobre el espacio que ocupa actualmente la Escuela de Arte Carlos Baca Flor. 

De todas formas, es natural que algunas casonas tengan sotanillos, pasajes cortos o en ciertas construcciones haya catacumbas o sepulcros, pues recordemos que en tiempos pretéritos también se practicaban entierros en las iglesias. Lo verdaderamente curioso es que se afirme que aquellos están interconectados. Complicado, en la medida que una infraestructura de ese tipo, en cualquier época, no solo debió demandar un tremendo esfuerzo y visibilidad en la sociedad, además implicaría un presupuesto elevadísimo. 

Adelante, quizás, podremos ratificar la mítica narración. 


En: Revista ECO. Diario El Pueblo. Arequipa, 15 de agosto del 2021. 

 

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