LA ETERNA INFANCIA DE FRIDA KAHLO

LA ETERNA INFANCIA DE FRIDA KAHLO

Por: Hélard Fuentes Pastor

Esa mañana, la del 4 de agosto de 1907, a las once, la abuela de Frida, Isabel Gonzáles de Calderón, acudió al municipio de la villa de Coyoacán (en México) para registrar a su nietecita que ya tenía un mes de nacida y que, debido a la convalecencia de Matilde, su madre, y a las ocupaciones de Guillermo, su padre, no pudo realizarse el 6 de julio que nació, cerca de las 8.30 de la mañana en la avenida Londres n.° 1, en casa de doña Isabel, su comparente materna, quien la inscribió con el nombre de Magdalena Frida Carmen (Partida N° 277).

Por esos años, la antigua ciudad de México mostraba los rezagos de un machismo que comenzó a menguar con la intervención de las mujeres en diversos asuntos de la vida política, cultural y social de sus villas, tal es el caso de Coyoacán, donde curiosamente entre casas con huertos inmensos y el fervor católico de los habitantes, vivía la familia de Frida. Su madre se entregó por completo a las labores domésticas y su padre se dedicó a perfeccionar su técnica en la fotografía. La diferencia de edad entre ambos –cerca de 6 años– no impidió que florezca un amor tan risueño como el que añoró la pequeña Frida para su adultez.

Frida fue una de las hijas menores de la unión Kahlo – Calderón. Nació después de Matilde –la mayor– que nos remite a 1902 aprox., y Adriana Valentina Valeria, el 10 de enero de 1903; y antes que Cristina, quien abrió los ojos un 7 de junio de 1908. No obstante, la historia familiar comenzó a escribirse cuando Guillermo, un ciudadano alemán de Baden-Baden, se estableció en Tucubaya y en primeras nupcias contrajo matrimonio con María Cardeño (sic), el 15 de agosto de 1893, en la parroquia de la localidad. En ese tiempo, Kahlo frisaba los 22 años de edad, era hijo del joyero Jacobo Enrique Kahlo y Enriqueta Kaufmann, y trabajaba como comerciante, actividad a la que muchos extranjeros de la época se dedicaron, ya sea en calidad de almaceneros o industriales. Así conoció a una muchacha de 19 años, hija del difunto José María Cardeño y Clotilde Espino (Partida N° 443), a la que amó hasta su penoso deceso, el 24 de octubre de 1897, antes de cortejar a Matilde.

Aquel comerciante, familiarizado con las costumbres mexicanas, logró segundas nupcias con Matilde Calderón, el 19 de septiembre de 1904 a las 11:55 de la mañana (Partida N° 218). No obstante, dicha pareja ya había consumado su unión y sólo compadecieron ante el juez de Estado Civil, Wenceslao Briceño, para formalizar un matrimonio que los padres de Matilde, Isabel Gonzáles y Antonio Calderón, probablemente motivaron cuando Guillermo de 33 años y Matilde de 27, hicieron vida marital en la plazuela de San Juan Carbonero.

Coyoacán fue el hogar de una familia mística. Guillermo amó y cultivó las tradiciones locales. Se hizo a la tierra del tequila y las rancheras en una época frugalmente artística, incluso falleció en aquel distrito federal, ya viudo, a la edad de 70 años, un 14 de abril de 1941, producto de una epilepsia esencial, enfermedad que en sus múltiples variantes es capaz de alterar el sistema nervioso de las personas que la padecen (Partida N° 267). Las convulsiones sobrevinieron a las cuatro horas, mientras descansaba en su casa de la avenida Hidalgo N° 97, y en medio de muchas lágrimas, su cadáver fue trasladado al panteón de Villa Obregón.

La relación de Guillermo con su hija fue de continua admiración. Desde pequeña fue fotografiada. Ella lo quería mucho y homenajeó aquel carácter generoso e inteligente a través de un retrato. No solo el arte los unió, además el gesto empático de quien contrajo la poliomielitis a los seis años y de quien padeció cerca de seis décadas ataques epilépticos. Por eso, la partida de Guillermo debió generar un profundo duelo su querida “Frieda” o “Frieducha”.

Frida ha recorrido tantas naciones como su historia de vida con todos los números que implica contar, a veces para descubrir el entorno familiar o comprender esa indescifrable mirada, eso sí, la mirada inocente de una niña que fue bautizada el 18 de agosto de 1907 en la parroquia de su pueblo, cuando sus padres eran vecinos de la colonia del Carmen y frecuentaban con Marcial Vargas Quintana y Ana Calderón, quienes fueron padrinos de la emblemática pintora (Partida N° 298). 

En: Suplemento Cultura Viva del diario Los Andes. Arequipa, 11 de junio del 2023. P. 2.

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