JOSÉ LUIS AYALA: LOS ABISMOS DE MARIO VARGAS LLOSA
Por: Hélard Fuentes Pastor
Historiador
José Luis Ayala presentó libro que desnuda la
personalidad del novelista Mario Vargas Llosa.
Cuando Carmen
Luz Ayala me hizo el honor de considerarme para comentar el libro de su
hermano, José Luis Ayala, titulado: «Los abismos de Mario Vargas Llosa», me
sentí comprometido a destacar los altos valores sociales que caracterizan a su
autor. Aunque su tema, evidentemente, es el reconocido escritor nacido en
Arequipa en 1936, Mario Vargas Llosa; José Luis, en esencia, se ocupa de otros
aspectos que queremos destacar, partiendo de una reflexión que atañe a la
ideología marxista.
José Luis Ayala ha desarrollado una biografía comentada y documentada que intenta esclarecer la siguiente pregunta: ¿en qué medida la izquierda es un aprendizaje cívico? Desentraña aspectos memorables de la vida del personaje desde su filiación arequipeña con los Llosa hasta el paso de su niñez donde concurre el divorcio de sus padres, Ernesto y Dora. Una de las hipótesis que plantea en los primeros capítulos gira en torno al ‘escritor’: «Vargas Llosa, desde un principio estaba convencido que había heredado un universo que tenía el compromiso de literaturizar» (2018: 22).
Una de las virtudes del autor en este libro es contextualizar los
hechos que transcurren a lo largo de la vida de Mario Vargas Llosa con los
acontecimientos políticos de entonces, lo que permite una visión, además de
literaria, histórica y social. Así, por ejemplo, si habla de la experiencia de
Mario en la redacción de La Crónica, también reconstruye la historia de dicho
diario o si nos lleva al colegio militar Leoncio Prado, donde recordemos
estudió a secundaria el laureado novelista, se ocupa –brevemente– de la
biografía del héroe Leoncio Prado Gutiérrez, colocándonos en contexto con la
institución y los personajes. Entonces, se consideraba –y aún subyace en el
pensamiento colectivo– que la disciplina militar «formaría su carácter, aprendería y asimilaría valores cívicos, humanos
y militares» (2018: 26). Aquí radica el segundo aporte. Nos dice que tanto
Manuel Scorza como Vargas Llosa, ex alumnos, descubrieron en el colegio una
muestra de la composición étnica, económica, social y cultural del Perú.
Interesa, sobre todo, aquel análisis comparativo que establece con
otras figuras de nuestra literatura peruana, los planteamientos de una
contrahistoria donde desarrolla un universo de posibilidades acerca de una
decisión, y una suerte de crónica que mantiene la atención del lector. Observa
los cambios sucintos que vivió el escritor como aquel paso de una formación
religiosa y conservadora a una de carácter marcial y militar.
Los capítulos exponen con solvencia los momentos que marcaron al escritor
donde leer y escribir constituyen actos de rebeldía ante las tiranías
familiares e institucionales. Su experiencia en La Crónica, advierte el autor,
también fue decisiva en la medida que le permitió interactuar en una sociedad
en crisis, por lo tanto, lógicamente, sirvió en su formación como el tiempo de
convalecencia a raíz de un accidente de tránsito que sufrió cuando se
trasladaba para realizar una entrevista en el Norte.
La mirada que ofrece José Luis Ayala a la vida y obra del personaje
busca comprender su desarrollo intelectual centrándose, además del resultado,
en el proceso que implica. El problema que notamos en la mayoría de sus
biógrafos, críticos y detractores, es centrarse en el producto final: «el Nobel de Literatura, ideologizado,
desafiante, agresivo, mordaz, agraviante, radical y provocador» (2018: 47).
Aquí, Ayala pretende humanizar al personaje y para ello debemos conocer los
pormenores de su formación, el seguimiento de sus estados emocionales, la
contextualización de acontecimientos, la secuencia cronológica, etcétera. Por
eso nos dice: «Muchos están destinados a
endiosarlo de manera exagerada, pero le hacen mucho daño» (2018: 47).
Cita como uno de los estudios más interesantes respecto a su obra,
el trabajo de Sergio Vilela (2011), que reconstruye los hechos detrás de la
novela: «La ciudad y los perros».
Aquí el autor realiza otro apunte crítico: «Se
trata de una sinfonía literaria maravillosa, de una catedral de palabras cuya
arquitectura tiene distintos recursos técnicos. En síntesis, bien podríamos
decir que de esa manera la literatura peruana y latinoamericana se
universalizaron» (2018: 50). En tal sentido, tanto la accidentada niñez y
adolescencia de Mario como su incursión en el periodismo, sentaron las bases de
un marxismo que aún no había estudiado pero sí vivido en cada una de sus
experiencias.
El autor nos dice que los primeros acercamientos de Vargas al
marxismo se produjeron cuando postuló a la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos, donde conoció a Lea Barba, que provenía de una familia de sindicalista
y en cuyo hogar se leía autores como Manuel Gonzáles Prada; influenciando
notablemente en el escritor. Cuando José L. Ayala desarrolla las explicaciones
acerca de estos momentos de su vida, nos entrega otra reflexión que debemos
mencionar, razona sobre los hechos que se exponen en la novela: «Pez en el agua. Memorias», para
demostrar la autenticidad de cada uno de ellos y, de ser necesario como en la
amistad de Lea Barba, reconstruirlos con acuciosidad, siendo consciente que la
verdad literaria soporta todo tipo de libertades; no tan cierto, para quienes
no alcanzan a entender las distancias entre la Historia y la Literatura.
Asistir al círculo de estudios Cahuide (Guerrero Inca) para formar
nuevos cuadros políticos en el Partido Comunista Peruano, terminó por orientar
al joven universitario. La pregunta que sigue es válida, en la medida que busca
mostrar el carácter ideológico del escritor en esta etapa de su vida. Ayala
pregunta a sí mismo: «¿Cuánto tiempo
“militó” Vargas Llosa en Cahuide? Esa es una pregunta clave para determinar
después si recibió o no una formación dialéctica oportuna» (2018: 78). Aquí
establece una serie de hipótesis que llevaron al distanciamiento posterior de
Mario y a su incorporación a las filas del Partido Demócrata Cristiano.
Si deseamos encontrar una biografía complaciente de Mario Vargas
Llosa, debemos buscarla en otros libros, no en este. José Luis Ayala, más bien,
nos entrega una obra que busca desenmarañar algunos hechos como la discusión de
que versión es correcta en la relación de «La Tía Julia y el escribidor»: la
novela semiautobiográfica, el libro testimonio de Julia Urquidi o un capítulo
de «Pez en el Agua».
Asimismo, reseña los años de su matrimonio y los aprendizajes que
adquirió acompañando en su quehacer investigativo al historiador Raúl Porras
Barrenechea (cuya técnica de fichar información ha marcado a muchas
generaciones) sus relaciones amicales con Cuba, su alianza con Belaúnde Terry,
y todos los cambios y permanencias en su creencia y proceder ideológico.
Estudia el paso de joven revolucionario, militante socialista, a marqués y
ciudadano hispano-peruano. Descubre la vida de sus principales amores, la ruptura
con Patricia Llosa Uriquidi, su segundo matrimonio; el sufrimiento de su tía
Julia, su primer matrimonio; y, finalmente, su nuevo amor, Isabel Preysler;
para preguntarse si de verdad Mario Vargas Llosa ha sido marxista.
José Luis Ayala, se ha interesado en la vida del escritor desde los
años 70, publicando un artículo interesante que podemos encontrar en la revista
Oiga. Sumado a este libro, constituye una voz autorizada para retratar al
escritor arequipeño que en la Ciudad Blanca hemos rendido homenaje sin mayor
sentido que la presunción y el figuretismo, por estas razones, tenemos un busto
desconocido del escritor en la zona de Congata, un domo verde que lleva su
nombre, entre otros; cuando en realidad debería difundirse con autenticidad la
historia del escritor, periodista, crítico, político y un largo etcétera que,
representa, una arequipeñidad para muchos sin una base que la sostenga.
Concierne, sobre este último aspecto, revisar la bibliografía local arequipeña
para comprender el sentido y las relaciones identitarias entre el escritor y
nuestra ciudad.
El libro –como argumenta su autor– tiene la finalidad de demostrar
que sin las lecciones del marxismo, la literatura de Vargas Llosa hubiera sido
intrascendente. Personalmente, encuentro otra pretensión que me atrevo a
distinguir en sus 45 capítulos donde nos entrega una lección de marxismo y nos deja
una tarea: «Vargas Llosa contra Vargas Llosa (…)», convicción marxista y
liberal a ultranza. Finalmente, nos ofrece una serie de entrevistas que podrían
plantear nuevas interrogantes, sostener hipótesis y arribar a interesantes
conclusiones sobre los asuntos planteados en torno al escritor.
En: Semanario La Central. Arequipa, del 15 al 21 de abril del 2019. P. 13.
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