EL BALNEARIO DE TINGO: EL MAR Y LOS VERANEANTES DE AREQUIPA

EL BALNEARIO DE TINGO: EL MAR Y LOS VERANEANTES DE AREQUIPA

Por: Hélard Fuentes Pastor

El balneario de Tingo fue uno de los lugares más anecdóticos de Arequipa. 

Aquella infraestructura data de fines del siglo XIX, pues entre los años 1868 y 1878, se da cuenta de la construcción de un puente. Según Juan Guillermo Carpio Muñoz, la piscina se construyó en 1879, naturalmente cerca del lago de Tingo, un arequipeñismo que deviene de «Tincuc» y significa «reunión» o «encuentro entre dos ríos». ¿Y cómo no? Decenas de familias acudían a dicha localidad para ‘veranear’, sobre todo desde octubre.

Originalmente existió un pozo antiguo o también conocido como el de ‘macamamas’. Uno nuevo en 1879 y otro llamado «Fierro» (reconstruido en 1916). Los pozos o las piscinas no estaban distribuidas, en realidad cualquiera, hombre o mujer, de variada edad, podía ingresar a ellas. No obstante, una ordenanza de 1880, exigió la separación de los bañistas debido a la demanda y a la moral pública. 

Otro momento inolvidable en la historia de este balneario fue precisamente en tiempo de la ocupación chilena que duró aproximadamente hasta diciembre de 1883, en un contexto de tremenda incertidumbre, tanto para los invasores como invadidos. Por supuesto, debieron producirse múltiples altercados que terminaron con heridos, pero también debió alternar con momentos de dispersión en la zona que escogieron los expedicionarios. Vale decir que se desplazaban entre Tiabaya, Sachaca y Tingo, donde hicieron un campamento.

Cuántas historias no se habrán dado en aquella localidad, desde acontecimientos históricos de impresionante factura hasta los amoríos y romances de la población. El lago de Tingo fue construido a fines del siglo XIX por los soldados del Batallón Arequipa. Se inauguró el 10 de julio de 1898 y trajo consigo un nuevo atractivo, el paseo en bote –como muchos de mis contemporáneos lo han vivido–. Esa experiencia atrajo la atención de los ‘veraneantes’, quienes se apostaban en lanchitas para dar vueltas en la laguna. Vale anotar que el primer bote a motor se estrenó en 1921. 

La población se desplazaba a dicha locación en el tranvía. Algunos ‘gorreando’ o viajando sin pagar. Otros desesperados por nadar, quienes solían manifestar sus quejas porque hacia 1911, se dice que los turcos dejaban el pozo de Fierro sucio, exigiendo su aseo o que se bañen en el lago o el río. No obstante, la Colonia Otomana se pronunció indicando que el responsable de ello era el cuidante. Asimismo, por esos años, las vacaciones escolares iniciaban en noviembre, por lo que era más visitado en ese tiempo.

Era tal el atractivo que en el Diccionario Geográfico Nacional (1918) de Germán Stiglich, se cuenta que «la gente de la ciudad [se] disputa sitio en los trenes que durante todo el día corren hacia este balneario predilecto». Afirma que es un lugar para los paseos dominicales y las diversiones donde se baila y bebe la chicha. 

Al respecto, Jorge Polar nos ofrece una estampa de fina arequipeñidad: «A una corta legua de Arequipa, entre sauzales, á la orilla del río, está Tingo, lugar de baños, de paseos, de recuerdos. /Tingo es, desde hace algunos años, el sitio preferido para veranear, por los habitantes de Arequipa. Únelo con esta ciudad, el ferrocarril que vá á Mollendo. /El agua de los manantiales de Tingo, que son muchos, se junta y deposita en grandes pozos de cal y canto, en los que brilla clara y llena de alegría. Las casas de este pueblo, están casi todas en derredor [alrededor] de la alameda, en la que se halla concentrada toda la sombra, toda la frescura, toda la poesía del lugar (…)».

Vale decir que Tingo fue la última estación ferroviaria en la vía que unía Mollendo y Arequipa, por lo tanto, aquello debió influir en las percepciones del poblador arequipeño sobre la naturaleza de este espacio de entretenimiento, que además se diferenciaba por el tamaño de las piscinas: una grande y otra pequeña. En los años 50, con la gestión municipal de Ulrich Neisser, se construyó un parque en el Balneario de Tingo y Alfredo Corso Masías lo remodeló en el 60. 

Atrás quedaron esos recuerdos pues durante las siguientes gestiones siguieron interviniendo la zona, algunos con el sentido de remodelarla como Guillermo Lira Harmsen y René Forga con la ampliación de la laguna, además de las parrillas de zinc y del arreglo de la alameda, respectivamente; o Alfredo Zegarra con su modificación total, asunto por demás comentado entre los ciudadanos que traen a la memoria los días en que disfrutaban allí de los buñuelos y chicharrones. 

Los tiempos cambian y aquello genera mucha nostalgia. 

En: Revista ECO. Diario El Pueblo. Arequipa, 15 de agosto del 2021. 

 

Comentarios