HOMENAJE A LA MAESTRA AMELIA DÍAZ VALDIVIA


DISCURSO EN HOMENAJE A LA MAESTRA AMELIA DÍAZ VALDIVIA CON MOTIVO DE LA DEVELACIÓN DE LA PLACA EN SU HONOR, EN LA SALA QUE LLEVA SU NOMBRE EN LA BIBLIOTECA REGIONAL MARIO VARGAS LLOSA N° 306

Buenas noches con toda la concurrencia, especialmente con la familia Díaz Valdivia.

Esta noche también es propicio saludar la presencia del Gobernador Regional de Arequipa, Dr. Rohel Sánchez Sánchez, y, de la Vicegobernadora, Dra. Ana María Gutiérrez. Del mismo modo, expreso mi cálido saludo a las autoridades civiles y, más específicamente, a las autoridades educativas que nos acompañan esta noche. 

1

Después del Tratado de Ancón en 1883, los peruanos que quedaron en Tarapacá tuvieron que ahorcar su patriotismo y entregar a los chilenos una fortuna a cambio de la vida…

(El algarrobo desarraigado, 1964)

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Amelia no tenía un sueño, tenía muchos. Soñaba, por ejemplo, en formar a la niñez en un hogar fecundo como aquel que integraron sus padres: Mariano Díaz Revilla y Juana Paula Valdivia, un primero de junio de 1919, bajo la bendición del párroco José B. Lozada, en la antigua iglesia de San Miguel de Cayma. Entonces, él tenía 25 años de edad y trabajaba como zapatero, mientras ella tenía 17 y estaba entregada a las labores domésticas de la época. Ambos provenían de Viraco. Por su parte, Mariano desde pequeño se sintió identificado con la tierra que acogió a su familia, cuando apenas era un niño que sostenía la mano de don Sabino y doña Juliana; en tanto, Juana Paula —hija de Calixto Valdivia y Lorenza Cáceres—, una jovencita nueve meses radicada en esta ciudad que aprendió a admirar y reconocer a través del sillar, encontrando una nueva vida.

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Junio es un mes tan memorable como el día 27 y el año 1920, en que Amelia abrió los ojos para contemplar esta hermosa campiña, resguardada por tres volcanes, cruzada por un río y tallada por muchos canteros que construyeron la Iglesia de San Juan Bautista de Yanahuara, donde hubo de ser bautizada por el padre José Vidal Chávez, un 11 de julio, con el nombre de Amelia Zoila y bajo la bendición de sus padrinos, los esposos Fermín Figueroa y Clara Flores. Aquel momento marcó su destino. Ser la mayor de doce hermanos no era cosa sencilla. Los menores, entre ellos: Héctor, María, Lirian y Jesús Salvador, debían observar en ella un ejemplo a seguir. Bajo esa expectativa pasó su niñez y adolescencia, en medio de anécdotas escolares de la instrucción primaria en San Vicente de Paúl, una institución privada que estaba a cargo de la madre francesa Sor Etienne, y la secundaria en el colegio de señoritas San Francisco de Sales; en tanto su padre la convencía de la importancia de ser profesional, a fin de superarse como mujer, lo cual ratificó en sus experiencias universitarias.

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Pronto, la muchacha desaplicada —como reza en una libreta escolar— pudo hacerlo mejor. No para la complacencia de los demás, de un registro o un diploma, sino para ella misma en la mística que envuelve al desarrollo personal. Habilidosa, obstinada y perspicaz, Amelia ingresó a la Facultad de Educación de la Universidad de San Agustín. Allí, por cosas del destino, se reencontró con su gran amiga Nitha Pérez —madre del ex presidente Alan García—. Ambas confesoras de la niñez, compartían el mismo trayecto cuando se trasladaban a la universidad o Amelia llevaba a sus hermanitos menores a la escuela de la Antiquilla, donde el papá de Nitha era director. Entonces, el partido aprista estaba considerado como una organización subversiva, en un contexto de crisis política y lucha social, que le simpatizó a su padre. El destino se encargó de enfilar temporalmente mentados afanes en la maestra que acababa de graduarse como profesora de Lengua y Literatura, el 28 de diciembre de 1946, según advierte la recordada investigadora arequipeña Virginia Vargas Tizón (2001). No cabe duda, “ser una mujer autónoma e independiente” fue otro de los grandes sueños de Amelita y lo alcanzó en la etapa universitaria que fue un tiempo especialmente liberador para mujeres como ella. 

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Amaste tanto al Perú que ahora tu pueblo es probado como el pueblo de Israel… Por ti nuestro suelo es como la eterna Jerusalén, a la que nunca dejaremos de amar…

(El algarrobo desarraigado, 1964)

 6

Durante las primeras etapas de su vida la conocieron con el nombre de “Amelia” y “Zoila”. Así se formó aquella vibrante personalidad que descubrió entre los múltiples significados de esas seis y cinco letras, el “trabajo” y la “vitalidad”, respectivamente. Cultivó la humildad, la sencillez y la constancia de su padre, y de su madre, la entrega y resiliencia, pues su familia tuvo que reponerse a irreparables pérdidas. Aprendió a ser prudente cuidando de sus pequeños hermanos. Preservó la amistad como un tesoro capital con su amiga Nytha Pérez. Se vinculó a su tierra reconociendo cada espacio que abrazó con sensibilidad desde nacida en la calle Chapota (hoy Francisco Mostajo) de Yanahuara; en una finca que arrendaron sus padres en la irrigación de Cerro Colorado; hasta la propiedad en la calle San Francisco No. 306, donde por muchos años funcionó el colegio para señoritas Arequipa, que fundó la maestra arequipeña, en marzo de 1956. 

7

Amelia era una mujer muy inteligente. Desde jovencita disertó como los grandes oradores, encantando a los círculos obreros, más aún por el temple que manifestaba en su voz, como aquella ocasión que desde La Pontezuela hizo la perorata de antaño en contra de la llamada “Revolución Restauradora” de Manuel A. Odría, que terminó con su deportación a Chile. En ese momento, comenzó a cuestionar su militancia aprista. No con la actitud evasiva de los cobardes —a decir verdad, era mujer muy aguerrida—, sino por la falta de contundencia y coherencia que percibió en los círculos políticos, y, ante la postrimería de su exilio, decidió entregarse a su entrañable profesión: la docencia. 

8

La educación es un largo camino. Amelia se había reencontrado con su tierra natal y le encomendaron la enseñanza básica—elemental en una escuelita del Arenal, un poblado de la provincia de Islay, casi abandonado, que trajinaba diariamente con esfuerzo, sóla, temerosa de los riesgos que implicó vivir lejos de su familia. Al poco tiempo, fundó su propio colegio de educación primaria y secundaria, compró una casona —la que hoy nos acoge con mística educativa— y aquí, en estos ambientes, educó a diez promociones de niñas, hasta que en medio de la crítica a los colegios privados que muchos comunistas y apristas acusaron de usureros, Amelia, siendo una mujer entregada a la vocación docente, se sintió profundamente herida y decidió cerrar su centro educativo. No obstante, con el gesto altruista que le caracterizaba, firme y generosa, donó el mobiliario y/o equipamiento a un colegio público creado en 1965 que, en su primer momento, funcionó como un anexo del Centro Educativo Nuestra Señora de Asunción, y, luego, en 1978, se independizó como Colegio Nacional de Señoritas “Arequipa”, donde la maestra llegó a ejercer la dirección y consiguió la adjudicación de un terreno para su funcionamiento. 

9

Llegaron en una mañana bulliciosa de pájaros. La campiña se desperezaba con cálidos bostezos. Las gentes madrugadoras, ágiles y parlanchinas daban comienzo a la faena diaria…

(El algarrobo desarraigado, 1964) 

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Su padre, en calidad de mayordomo —según ha recreado en su novela, Aldo Díaz, sobrino de Amelia— asistió unos meses a un veterano que ganó la admiración del país: el mariscal Andrés Avelino Cáceres. Así, guardó en su memoria algunas anécdotas de la guerra con Chile, lo cual debió influir en la creación de aquel cuento, “El algarrobo desarraigado”, que ganó una mención honrosa en el concurso de 1964 organizado por la Casa de la Cultura de Arequipa. Dos años más tarde, ganó un Concurso Nacional de Ensayo con el trabajo: “Carta abierta a Jorge Basadre y Luis Alberto Sánchez sobre ‘Jorge o el hijo del pueblo’ de María Nieves y Bustamante” (1966), que fue publicado en el diario El Pueblo, el 23 de agosto de 1997. De allí que la maestra, no sólo haya cultivado el pensamiento crítico y la escritura en sus estudiantes como se estima en los versos de Olympia Delgado; en general, despertó el interés de las niñas por las Humanidades, especialmente, las artes escénicas, por ejemplo, en Belén Salvatierra —un rostro palpitante de la psicología en Arequipa— cuando aún era niña y concurría a las aulas del inolvidable Colegio Particular Arequipa (Walter Arias, 2019). 

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“La pico de oro” —así la bautizaron en los círculos culturales e intelectuales de su época. Prolija y elocuente, su palabra conquistó numerosos escenarios desde la Asociación Femenina de Profesionales, donde llegó a ejercer la presidencia, hasta las charlas que ofreció por invitación de la Tercera Región Militar. La excepcional maestra ganó el aplauso de sus contemporáneas y de sus discípulas, además de los méritos que recibió de instituciones como la Comisión Nacional de los 150 años de la Independencia (1971), la Municipalidad Provincial de Arequipa que le otorgó un Diploma de Honor (1966 y 1973) y la condecoró de forma póstuma como Mujer del Bicentenario de Arequipa (2021), la Municipalidad Distrital de Cayma que la declaró Hija Predilecta (1983) y la Universidad Nacional de San Agustín que le otorgó la Medalla de la Cultura en el marco del Día Internacional de la Mujer (2000). Los sueños estaban cumplidos. 

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2010. Un año más tarde de su muerte. ¡Amelia! ¡Amelia! ¡Mira qué precioso! Acaban de develar un busto en tu nombre. Se trata del recuerdo de tus alumnas y como era de esperarse, se celebró en junio y reza sobre el bronce: “Homenaje a la insigne maestra… inteligente y sin tacha, dispuesta a comprender a los demás ¡Nunca muere!”.

 ¡Muchas gracias! 

Arequipa, 06 de octubre del 2023.

 

Referencias bibliográficas: 

Arias, W. (2019). “Belén Salvatierra y la psicología en Arequipa”. En: Revista de Investigación en Psicología. Vol. 22. No. 2. Lima: Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Fuentes, H. (2019). Diccionario biográfico. Escritoras, maestras y artistas. Arequipa: edición independiente del autor.

Vargas, V. (2001). El aporte de la mujer al desarrollo de la humanidad. Arequipa: Editorial UNSA.

 

Testimonio:

Conversación con Aldo Díaz, sobrino de Amelia Díaz Valdivia, realizada en octubre del 2023.

Comentarios

  1. Muchos Lores para nuestra Directora nos formó con una estructura y una coraza invencible, y sus discípulos la mayoría somos profesionales , líderes en las instituciones dónde laboramos por su ejemplo e impetuo, que seguimos por su enseñanza y por su formación, gracias porque tienes muchas alumnas grandes profesionales con valores ,gracias Srta. Amelia Díaz Valdivia

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