PEDRO LUIS GONZÁLES
PASTOR Y SUS RECUERDOS DE CAMANÁ
Por: Hélard André Fuentes Pastor
Historiador y escritor
Pedro Luis Gonzáles Pastor es uno
de los lingüistas más destacados de Arequipa. No obstante, su aporte, también
radica en la serie de relatos que escribió sobre su entrañable tierra natal, la
Provincia de Camaná.
El hermoso valle de Camaná –que celebra su aniversario el 9 de
noviembre de cada año y cuya historia nos remonta hasta la época prehispánica y
colonial, una prodigiosa tierra donde se cultivan los mejores viñedos,
naranjales y arrozales, vistosa por sus extensas playas–, vio nacer a un gran
intelectual en las letras nacionales: el Dr. Pedro Luis Gonzáles Pastor, reconocido
lingüista, catedrático y escritor nacido el 8 de octubre de 1924, hijo de
Roberto Gonzáles Yáñez (n. 1909) y Orfelina Pastor Pastor, quienes tuvieron
otros hijos: Manuel (m. 1990), Rolando (n. 1930 – m. 1999), Nelson (n. 1929 –
m. 2005), Carmen Leticia Violeta (n. 1935 – m. 2015) y María Santos Leonor (n.
1937 – m. 2016).
APUNTE BIOGRÁFICO
Realizó sus estudios primarios en una escuela del Distrito de Samuel
Pastor de Camaná y secundarios en el Colegio de la Independencia Americana. En
el año de 1950, mostrando inclinación por las letras, siguió Humanidades en la
Universidad Nacional de San Agustín, obteniendo los grados de Bachiller y Doctor
en Literatura. Posteriormente, escribió uno de sus primeros artículos: “Problemas de la Universidad Peruana”,
publicado en el diario “Noticias” en el año de 1956, donde consideró que: “Estamos seguros que los altos fines de la
universidad, los mismos que deben encarnar su nuevo espíritu están reflejados
en los propósitos que enumeramos, los mismos que deben conjugarse en una clara
Declaración de Principios: Misión humana, misión cultural, misión
social-nacionalista, misión ético-educativa, misión político-patriótica, misión
pedagógico-civilizadora, misión de capacitación académico-profesional”. Una
visión crítica respecto a la educación universitaria.
Comprometido con su vocación, fue profesor en diversos centros
educativos y catedrático en la casa universitaria del Gran Padre de San
Agustín, donde ocupó diversos cargos y ganó el respeto de sus colegas y
alumnos. Durante más de diez años dirigió la Asociación de Escritores y
Artistas de Arequipa (ANEA), fue director del Instituto Nacional de Cultura-Arequipa
(INC)y fundador del Complejo Educacional “María Montessori”, realizando una
magnífica labor en temas culturales y académicos.
Pedro Luis se casó con Luz María Solís (n. 1929) y tuvo los siguientes
hijos: Gilma Sonia (n. 1950), Pedro Luis (n. 1956), Erwin Juan (n. 1955), Roberto
Álvaro (n. 1958), Berly Enrique (n. 1961) y Luis Alberto (n. 1968).
OBRAS Y RECONOCIMIENTOS
Es autor de innumerables artículos y libros respecto a la lengua
castellana, su correcta escritura y pronunciación, entre ellos podemos
mencionar: “Iniciación lingüística”, “Ortografía y disciplinas conexas”,
“Operaciones lingüísticas”, “La lengua y el hablante”, “Guía para redactar”,
“Lexicología”, “Semántica”, “Introducción a la sintaxis”, “El estudio, su
técnica e higiene”, “Ética y profesionales de la salud”, “Breve diccionario de
retórica”, “Metodología de la investigación lingüística”.. Asimismo, ha
colaborado con diversas revistas y periódicos, publicando en estos últimos años
una serie de citas lingüísticas en el diario “El Pueblo” que fueron reunidas en
el libro “Citas lingüísticas” (2016).
Por su labor ha recibido distinciones de la Anea, Profesor Emérito de
la Universidad Nacional de San Agustín, la Medalla de la Cultura de la ciudad
siendo Alcalde el Dr. José Villalobos; el Diploma y Medalla de Oro de la
Municipalidad Provincial de Camaná; y en agosto del 2014 fue declarado Hijo
Ilustre de Arequipa por la Municipalidad Provincial, presidida por Alfredo
Zegarra Tejada.
En otro homenaje que se realizó el 28 de abril del 2014 en el Museo
Histórico Municipal, la escritora Elizabeth Altamirano de Gonzáles, que tuvo a
su cargo el discurso de orden, recitó un poema de su autoría, “Mis huellas”, donde el autor muestra
sus profundos afectos: “Mis huellas sobre
tu Pampa Camaná /no sé, si se hayan borrado. /Fueron tantas de idas y vueltas
/y de tantos días que no pueden haber muerto. /Las huellas de mis pies /de mis
manos /de mi voz encendida /no pueden haber sido borradas. /Tal vez, estén en
el camino, entre chacras de El Monte a La Pampa /tal vez, estén en el aula
lejana /o en el patio de la escuela, ahora solitaria /o en las paredes /o en
los bordes de las acequias /o entre las trancas o alambradas que atravesara.
/Si mis huellas, oh destino, no están en tantos lugares /o entre los árboles
/quizá hayan volado en las madrugadas /con el silbido isótono del viento de La
Pampa. /Mis huellas Camaná, mis huellas /tal vez transformadas aquí y allá
vivan /porque jamás mueren los pasos que se dejan en las veras”.
AMOR POR SU TIERRA NATAL
Todo libro que esté orientado a la recuperación, no sólo de historias
sino de ‘lugareñismos’ (sic), tiene un valor inalterable a través de los años,
siendo la fuente de consulta inmediata para comprender la vida cotidiana que
con el trascurrir de las generaciones se tiende a olvidar o desdibujar. En el
año de 1982 –con la colaboración de su hijo, Álvaro Gonzáles Solís– Pedro Luis
Gonzáles Pastor, publicó una obra titulada: “Relatillos”,
donde rescata –mediante una serie de relatos y cuentos breves– los usos y
costumbres de Camaná, además de atesorar muchos localismos y personajes de la
época.
Los personajes populares, aquellos que suscitan las anécdotas en un
pueblo, tienen lugar en estos microrelatos. Así encontramos a Silvestre, un
hombre que buscaba, desesperadamente, a la flor blanca de la higuera, la cual
–según cuentan– lo haría el hombre más afortunado de la tierra; hasta que un
día, doña Gregoria, le dijo: “la
felicidad y la fortuna se consiguen con el esfuerzo personal”. Este relato,
evidencia los propósitos del escritor: resaltar los valores que dignifican al
hombre.
Por otra parte, nos remite a los juegos de la infancia que fueron
resultado de la espontaneidad que ofrece el campo, y logran cierta
particularidad según las costumbres del lugar. En “Carrera de cuchecitos”, tenemos la historia de tres niños
(Enrique, Manuel y Perico), quienes abrieron pequeños surcos y hacían correr a
los animalitos estimulándolo con una espina de picanco. Otra historia, nos
conduce a las fiestas de carnestolendas, donde se destaca que el “carnaval es una fiesta muy bocona y llena
de percances”; aquí evidencia las formas culturales de esta tradición pero
post-carnestolense: el juego de ‘la carne’, donde los chicos traviesos golpeaban
a las muchachas en las piernas con delgadas varas de granado, diciendo: “carne! carne! carne!”. También, se
narra el acostumbrado entretenimiento con la “cacha” y las piedritas que
permitían derribar muchas aves silvestres.
Las creencias populares se encuentran en la historia de doña Aurelia y
sus tres hijos (Mamerto, Gilberto y Filomeno): la primera, radica en arrojar
los dientes caídos bajo la cama diciendo: “Ratoncito,
ratoncito: toma tu diente viejo, dame mi diente nuevo”; la segunda,
respecto al cacareo de las gallinas, “-
Cuando la gallina dice kir…, kir…, kir…, digan siempre: /- Pa’rriba, pa’rriba,
pa’rriba, para que el mal agüero no nos caiga a nosotros, para que la quencha
se la lleve el aire”. Y, la tercera, son una serie de recomendaciones para
evitar algún daño o mal:“no se debe
dormir debajo de la higuera porque se puede ser cogido por el Diablo, que el
guacocho y la tijerilla anuncian muerte, que el paspaco también, que cuando la
gallina canta viene alguna desgracia”.
La construcción del universo mágico en la mentalidad colectiva de los
pobladores se estructura en base a tres elementos fundamentales: los duendes,
las brujas y los hechizos. En consecuencia, no podían estar ausentes en esta
obra; empero, evidencia conductas psicosociales que llevan a un escepticismo a
fin de establecer un equilibrio entre la dimensión fantástica y la lucidez, indica:
“El Moro [apodo de Octavio] se sacudió de
las ataduras de las supersticiones y creció como un hombre sin temores de
ninguna clase”.
Cabe mencionar que sus narraciones populares describen el paisaje natural
de la provincia, su flora (camote, maíz, pepino, algodón, palillo, guayaba,
plátano, molle, granadilla, olivo, entre otros) y su fauna (caballo, pollos,
burro, pejes, chaguacanas, camarones, grillos, zancudos, tórtolas, gallinazos,
entre otros). Del mismo modo, encontramos el lenguaje de algunos animales y su
significado. Así entre zumbidos, roznas, graznidos y aullidos, se representa el
sonidos de los pájaros: “pi, pipip,
pipipip, pi, pi, pip, pi, pipip” que anuncian una visita, y del ternero: “mue… meeee…” que van diciendo a su
madre “ven, ven…”.También, subrayamos la costumbre de bautizar a algunos
animales: “cada burro tenía su nombre: el
Azulejo, el Guilcapaso, el Negro, el Traposo, el Potroso, etc… dos mulas, la
Frontina y la Roma”.
Asimismo, la utilización de algunos términos resulta esencial, ya que
no solo se trata de una construcción literaria sino refiere, fundamentalmente,
a una connotación social. La palabra, “miéchica”,
“achón”, “aparejar”, “faina”
(faena), “huachanaco” (canciones
populares de carnavales que se cantan en contrapunto en Camaná), “humazo” (fogata para ahuyentar a los
zancudos), “concha” (macha), entre
otros, otorgan naturalidad a los relatos por tratarse de una serie de
localismos.
Pedro Luis Gonzáles Pastor, escribió una obra para posteridad, y las
emociones de diferentes personajes como el zonzo Segundo, el flaco Trifón,
Isidoro Montes, Matías Pastor, no solo enriquecen la personalidad de este libro,
sino tienen como rasgo distintivo los recuerdos del autor, que acompaña cada
una de estas historias con la vieja guitarra y el canto de don Fidencio: “Allá en medio de la mar /suspiraba un
pececito /y en su suspiro decía /qué será de mi amorcito”.
En: Revista Cultural e Histórica «Camaná Hermosa». No. 15. Camaná,
noviembre de 2016. P. 16-17.
Fue uno de pocos catedráticos que cuando yo estuve en Letras de la UNSA mereció mi respeto y reconocimiento por la calidad y la energía con que nos enseño algunos temas fundamentales de nuestra lengua española así como de la lingüística. Ello me permitió apreciar lo precario que eran mucho de lo que se escribe sobre el habla popular en la Arequipa de mi tiempo.
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