LOS PRIMEROS AÑOS DEL TRANVÍA ELÉCTRICO EN AREQUIPA
Por: Hélard André
Fuentes Pastor
Diario “El Pueblo”. Arequipa, 30 de marzo de 2014. P. 20 A.
Desde mediados del siglo XIX, hubo un fuerte intento por fomentar el
desarrollo del comercio y la industria en el Perú, lo que se puede evidenciar durante
el gobierno de Ramón Castilla en 1851, con la construcción del primer
ferrocarril o “caballo de hierro” que cubría la ruta Lima-Callao. A partir de
la fecha, se produjo –como bien menciona el historiador Juan Candela Alva–, una
verdadera ‘fiebre ferrocarrilera’ que formó parte de la agenda de gobierno de
quienes sucedieron a Castilla en el alto mando político del país, logrando
relevancia en el mandato presidencial de José Balta (1868-1872); sin embargo,
luego de la Guerra del Pacífico, se detuvo la construcción de líneas férreas y
muchos de los ferrocarriles quedaron destruidos. Es por ello, que recién a fines
de dicho siglo y comienzos del XX, la sociedad peruana comenzó a experimentar
una serie de cambios, que propendían, no sólo a la democratización de las
ideas, sino también, a la modernización de las principales ciudades,
prolongándose la reconstrucción e inauguración de ferrocarriles hasta el año de
1930, pues, a partir de esa fecha, se puede considerar que empezó su
declinación.
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Tranvía eléctrico y adoquinación de la primera cuadra de La Merced (D. Noticias) |
Es recién a fines del siglo XIX –con la apertura del sistema de
alumbrado público en la ciudad de Lima–, que mediante la empresa denominada
“Peruvian Electric Construction and Suply Company”, creada por Guillermo
Widlund y Macario Llaguno (1986), surgieron una serie de empresas dedicadas a
la extensión del servicio eléctrico, como la Compañía de Ferrocarril Urbano de
Lima (1898), la Sociedad de Alumbrado Eléctrico y Fuerza Motriz (1899),
Compañía Eléctrica del Callao (Chucuito, 1901), el Tranvía eléctrico a Corrillo
y el Ferrocarril Eléctrico del Callao (1904). Casi paralelamente, Arequipa,
inaugura su sistema eléctrico, permitiendo el desarrollo de muchas empresas,
así como también, la instalación de un “Tranvía Eléctrico”, después del
funcionamiento del ferrocarril urbano de tracción, ambos han sido uno de los
medios de transporte más importantes para la población mistiana por lo menos los
primeros años del siglo XX.
Entre las obras públicas de mayor lustre en aquella época –como bien
indica el investigador Mario Rommel Arce Espinoza–, se produjo la instalación
de un tranvía eléctrico, resaltan
trabajos muy significativos que giraban en torno al mejoramiento de las calles
de la ciudad y al uso de la luz eléctrica en los espacios públicos. Con el
‘tranvía de sangre’, nuestra ‘Ciudad Blanca de Arequipa’, fue el segundo
departamento del Perú en tener un sistema tranviario, que aún era rudimentario.;
sin embargo, hacia 1907, se produce su modernización; un residente arequipeño,
don Carlos Espejo y Ureta, consiguió una franquicia para lograr la
electrificación de las líneas tranviarias.
Carlos Espejo y sus cesionarios construyeron y explotaron un
ferrocarril eléctrico interurbano partiendo del distrito de Miraflores (Plaza
de la Capilla de Azángaro), atravesando la ciudad para llegar al pueblo de
Tingo y Tiabaya, también pasaba por la estación de los ferrocarriles. Aquel
proyecto de contrato para la instalación de dicho sistema, concedía la posible
extensión de los ramales del tranvía a los pueblos de Yanahuara, Cayma, el
Panteón de La Apacheta, Baños de Jesús y otros lugares. Asimismo, la empresa
quedó en la obligación de conservar y reparar el pavimento del tren-riel, más
la faja entre el sardinel de la vereda y la línea férrea.
Los trabajos de construcción se dividieron en tres secciones, las
cuales precisaban las rutas por las que funcionaría el tranvía eléctrico,
siempre y cuando el ancho de la calles lo permitiera. Además, se estipuló, que
durante la ejecución de obras por parte de la Municipalidad (como la
construcción de albañales, cambio de nivel de calzadas u otros trabajos que
ocasionen la paralización del tranvía), la empresa suspendería su
funcionamiento, sin que pueda oponerse ni reclamar indemnización.
Línea A
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Parte de la Plaza Principal (Portal de Flores) concluyendo en el
pueblo de Tingo.
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Línea B
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Parte de la Capilla de Azángaro (Distrito de Miraflores), empalme
con la línea que parte de la Plaza de Armas al pueblo de Tingo.
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Línea C
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Línea que partiendo del pueblo de Tingo, concluya en la ciudad de
Tiabaya.
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Por otra parte,
en la instalación de conductores eléctricos, la sociedad tomaría en cuenta una
serie de reglas impuestas por el consejo, entre las cuales se mencionaba –según
el “Proyecto para la instalación del Ferrocarril Interurbano”–, que la presión eléctrica
en los alambres conductores no tendría que exceder más de 500 voltios y que
debía ser de corriente directa; para dicho efecto, la empresa tomaría las
precauciones a fin de que la corriente eléctrica no dañase las cañerías y tubos
próximos a su paso, no permitiera los escapes de electricidad, “y si se
produjera algún daño, lo remediará sin demora”.
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Tranvía por las calles céntricas de la ciudad. |
El modelo de tranvía que debería circular, era previamente aprobado
por el Concejo, al igual que el plan tarifario y las rutas. Los pasajeros
tenían el derecho de llevar consigo de forma gratuita, paquetes o maletas que
no excedan los diez kilos de peso y no ocasionaran molestias a los pasajeros.
Es así, que el tranvía eléctrico, se convirtió en un transporte elegante, sano
y distinguido; que recorría largas extensiones, y se caracterizaba por su
puntualidad y precisión.
Se había establecido el pasaje gratuito para ciertos empleados y/o
agentes municipales y del estado, como: el inspector de Rodaje, el Jefe de la
Policía de la Municipalidad, el Jefe de los Conductores de Correos y
Telégrafos, y los policías uniformados. Luego, el público contratante del
servicio, estaba obligado a pagar su pasaje, que variaba de acuerdo a las
líneas.
El empresario abonaba mensualmente al concejo el cinco por ciento (5%)
de sus entradas brutas, considerándose el producto bruto de los pasajes. Y se
veía obligado a realizar el transporte de la carne del matadero general a los
mercados que estuvieran próximos a sus líneas, siendo de su cuenta la
adquisición y servicio de los carros respectivos para dicho uso. Asimismo,
frente a los inmuebles, materiales, carros, herramientas y demás elementos que
se requiera para la construcción, equipamiento y conservación de las líneas de
la empresa, así como también los postes, estaban exentos del pago de todo
impuesto municipal. Finalmente, dicho proyecto, convenía en que el señor Espejo
y Ureta, tenía el derecho de transferir la concesión a cualquier otra persona,
sociedad o compañía, pudiendo ser nacional o extranjera, siempre y cuando se
sometiera a las estipulaciones determinadas por el consejo.
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El tranvía eléctrico de Arequipa (diario Noticias) |
OJO:
*Años más tarde de la publicación de este artículo, Juan Guillermo Carpio Muñoz en la nueva edición de "Texao", presume que Carlos Espejo no llegó a realizar la construcción del ferrocarril; no obstante, nosotros encontramos un documento de contrato. De no haberse realizado, sencillamente hubo un incumplimiento (2019).
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