ALEJANDRA ARAMAYO Y LA
HISTORIA DE VIDA DE 19 MUJERES
Por: Hélard André Fuentes
Pastor
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Hélard Fuentes Pastor, Mario Rommel Arce Espinoza, Alejandra Aramayo, Carlos Rivera y Juan Carlos Soto |
Si la historia medular del país se encuentra en los andes; entonces,
para hablar de la mujer peruana, habría que partir de dos arquetipos femeninos
identificados por la investigadora nacional María Rostworoski de Diez Canseco,
quien determina virtudes enraizadas en la mentalidad incaica: la mujer dada a
las labores cotidianas de la vida, representada por Mama Ocllo en la prosa
onírica de una leyenda por demás conocida y, la mujer guerrera, que alcanza su
máxima expresión en Mama Huaco. Ambos arquetipos consiguen proyectarse a los
siguientes periodos de nuestro pasado considerando que en la época colonial, la
intervención de la mujer se circunscribía generalmente a lo hogareño, mientras
que en la etapa republicana ambas impresiones adquirieron notabilidad.
A partir de este momento –que nos remite a mediados del siglo XIX–
se inicia la reivindicación de la mujer en los círculos intelectuales y
sociopolíticos del país, sentando bases en la centuria del XX y ostentando una
participación relevante en lo que va del presente siglo. Con dichas
aproximaciones históricas podemos enfocar nuestras apreciaciones y comprender
las interrelaciones existentes en torno a la sensibilidad femenina y su lucha
incesante al trascurrir del tiempo, dos aspectos propuestos en la obra titulada
Yo mujer. Corazón y coraje de
Alejandra Aramayo Gaona, y doy fe por el enunciado que acompaña con subliminal
sentimiento a las diecinueve entrevistas presentadas por la autora en este
volumen.
Con una mirada íntegra e integradora, Aramayo parte de un epígrafe
al presentarnos cada entrevista en los siete capítulos propuestos. Aspecto que
llama la atención, pues resulta técnicamente adecuado y visualmente atractivo cuando
somos protagonistas de un diálogo revelador y emotivo, donde percibimos
especial interés en destacar una historia de vida determinada por una
valoración: todas las mujeres tienen un espíritu combativo que les permite
hacer frente a las dificultades de la vida.
En un primer capítulo denominado Emprendedoras
del alma encontramos cuatro sentidas entrevistas que tras aquella mirada laboriosa
encuentra el atisbo de la discriminación, el maltrato, la estafa, el
sentimiento de culpa y la pérdida de un ser querido. A partir de las vivencias
de Ana María Choquehuanca se desprende la urgencia de valorar las raíces prehispánicas
en el Perú, la empresaria denuncia con el debido respeto que hay mujeres que se
amilanan, se apocan, por tener un apellido de raíces serranas; los que nos
conduce inmediatamente a las meditaciones expuestas en el párrafo inicial: los
modos y cualidades de la mujer peruana parten en gran medida del origen prehispánico
y, es evidente, que sus formas se han enriquecido con la expresión cultural de
otras naciones en un denominado mestizaje
cultural y que prefiero asignar como indomestizaje,
precisamente para distinguir, resaltar, despuntar, lo indígena en un abanico de
perfiles que presenta la identidad local y nacional.
Entonces, debemos rescatar lo auténticamente peruano como por
ejemplo, la geografía y nomenclatura de los pueblos andinos y el patronímico de
raíces ancestrales, porque se trata de una creación milenaria que nos
diferencia de otras civilizaciones en el mundo. Jamás lo peculiar y
significativo debe disminuirnos, humillarnos, peor aún, degradar nuestra
cultura. Aceptar los orígenes enriquece el sentimiento nacional.
Se ha centrado la periodista, en dar a conocer los proyectos de las
entrevistadas como el de unir a todo el empresariado femenil de Latinoamérica
(Ana María Choquehuanca) o, en mostrar la vocación empresarial de una mujer que
entre hilo, punzones y agujas se dedicó a fabricar suvenires para los turistas;
evitando el asistencialismo estatal, la artesana Claudina Cutipa se dedicó a
trabajar, enseñar y cultivar el arte del bordado, pieza fundamental de la
estampa andina.
A veces las circunstancias del propio trajín nos llevan a numerosas
experiencias. Úrsula Gómez de la Torre manifiesta haber aprendido diferentes
oficios que cimentaron su labor como gestora en disímiles espacios, desde su trabajo
en las finanzas, su motivación en la época de surgimiento de la edición
regional sur del diario La República, hasta el formar parte de las iniciativas
que llevaron a nuestra ciudad a ser declarada como Patrimonio Cultural de la
Humanidad.
Un aspecto relevante que debemos despuntar, es aquella visión de la
mujer que se siente disgregada por el tema de capacitación. Imagínese que en la
primera década del siglo XX, recién podemos hablar de una formación técnica
para mujeres dándose gracias a la fundación del Instituto Arévalo en Arequipa,
donde se dictaban los cursos de una carrera comercial contando con una sección
de varones y de señoritas. Egresaron mecanógrafas, taquígrafas, contadoras, que
terminaban trabajando para las industrias, empresas y firmas comerciales de la
localidad. Aquí se da apertura al desempeño de cargos comerciales de
importancia y de una remuneración saludable y equitativa. Creo que aún este
aspecto constituye un gran reto que se puede ponderar en los diversos sectores;
aún la mujer no consigue un trato adecuado ni un salario que no dependa del
género, menos del lugar de procedencia.
Cada historia demanda particular consideración. Las trincheras no solo
están en una oficina o en el hogar, sino en los sindicatos y, más aún, cuando
una mujer ejerce el cargo de coordinación de empresas en el sector transporte
donde prima el machismo, vivo testimonio de la mentalidad estereotipada de los
peruanos que debemos superar. Es el mensaje que nos entrega la dirigente
gremial María Teresa Miranda Fernández.
En un segundo capítulo Arte de
Mujer, Alejandra Aramayo nos presenta a dos grandes artistas: la actriz
Doris Guillén y la cantautora Delia Rojas Gallegos.
Doris, revela las dificultades de la actividad teatral en Arequipa, a
pesar que durante la época colonial nuestra ciudad fue escenario de
representaciones teatrales (la referencia más antigua la dio a conocer el
historiador Helard Fuentes Rueda y data de 1594). En tal sentido, el arte
escénico formaba parte de la agenda de los arequipeños y es lamentable que luego
de los cambios sociales signados en la segunda mitad del siglo XX, redujera
esta actividad artística en la ciudadanía. Aplaudo el entusiasmo de la actriz –directora
de la Asociación Cultural ARTESCÉNICA– por continuar renovando el espíritu teatral
en la localidad.
Mientras Delia Rojas, con su canto lírico enciende la esperanza, suave
fragancia del jazmín; porque dedicarse a la construcción civil, más aún en el
extranjero, en un país como Venezuela, lejos de su hogar y encarar las
inacciones del gobierno cuando se produce el cambio de mando, es muestra del
coraje de una mujer.
El tercer capítulo Usando la
palabra para transformar, me permite recordar la incorporación de la mujer
en las letras peruanas. Muchas voces femeninas a nivel nacional afloraron desde
la segunda mitad del siglo XIX. Emergieron del silencio para ofrecer sus
visiones del mundo, motivaron la creación literaria y proyectaron su
participación en los asuntos políticos del país, tal es el caso de Clorinda
Matto de Turner y Mercedes Cabello de Carbonera. De este modo, Alejandra Aramayo ha entrevistado a la escritora
Gloria Mendoza Borda, cuyos versos que invocan a los andes y llegan a gravitar
en las frescas texturas de una pintura, le otorgan un meritorio lugar como ‘poeta’
nacional y, es que en realidad, bajo la visión universal del término poeta que
lingüísticamente no admite una segregación de género, estaría demás lo de
‘poetisa’.
La siguiente entrevistada es la periodista Mabel Cáceres Calderón
quien critica los ‘golpes bajos’ contra la condición de mujer, esposa y madre
y, que muy a menudo, se dan en el sector político. Podemos apreciar sus
convicciones en cada respuesta. Reniega del conservadurismo arequipeño, de la
burocracia estatal y de la corrupción del gobierno que alcanza a los medios de
comunicación, recordándonos el escenario político a fines de la década del ’90.
En otro plano, la entrevistadora nos invita a pernoctar en los
afectos de la mujer cuando dialoga con la escritora María del Rosario Cardeña,
esposa del recordado dibujante Rafael Barrionuevo. ¿Cómo seguir luchando
después de semejante pérdida? Quizá la respuesta se encuentra en las estrofas
del Dúo Dinámico cuando cantan: Resistiré/
para seguir viviendo/ soportare los golpes/ y jamás me rendiré/ y aunque los sueños
se me rompan en pedazos/ resistiré /resistiré. Alegato de su tenacidad.
Un cuarto capítulo Abnegación
y amor al prójimo, resulta una revelación. La líder social Gregoria
Villegas quien entre telas, corte y confección, nos entrega su experiencia en
los programas sociales, sobre todo, los comedores populares; la asistenta
social Silvia Aguilar, nos demuestra como a pesar de la discapacidad es posible
tomar al toro por las astas y enfrentarlo, encontrar posibilidades a través del
conocimiento pleno de los derechos, de la organización y de una mística que
permita nuestra participación activa con un objetivo en común.
En el quinto apartado Perseverancia
que enseña tenemos el punto de vista de dos deportistas arequipeñas Karina
Torres y Zulema Arenas y, la Sub Oficial de la PNP, Deyssi Pinto. Karina a
través del dribleo y los cestos, transfigura lo vulnerable en un ejemplo de
fortaleza. Zulema, en una maratón insuperable al lustro de la memoria, nos
habla del entrenamiento y los éxitos que viene cosechando, porque lograr un
9.53 es buena marca. Mientras Deyssi, expone cómo las situaciones fortuitas te
colocan en un momento de suma responsabilidad.
Llegando a un penúltimo capítulo Formando
con sensibilidad y creatividad, Aramayo entresaca del baúl de los recuerdos,
algunas anécdotas de la Ex Ministra de Educación, Patricia Salas O’Brien, quien
destaca la importancia de generar proyectos educativos en la zonas rurales.
Asimismo, la ingeniera Gloria Castro, desgaja sus experiencias como docente y
las investigaciones en su ciencia.
Luego, pasamos al último capítulo Gestoras del progreso, donde tenemos a la gobernadora regional
Yamila Osorio aclarándonos que es arequipeña y admitiendo que en la
administración pública hay procesos frustrantes; a la congresista Ana María
Solórzano, entre rosa y canela nos cuenta las etapas formativas de su vida y,
cierra este libro con la entrevista a la abogada y directora del Ministerio de
Cultura Arequipa, Julia Barreda, que narra sus experiencias en la ruralidad y
el vaivén entre su formación profesional y la gestión cultural.
Lejos de generar controversias o polémicas, al margen de las
banderas políticas, Alejandra Aramayo, nos entrega aspectos íntimos de las
entrevistadas. Cada historia de vida confluye en mismo punto: el Perú no ha
dejado de ser un país machista y las mujeres aún se sienten discriminadas. Hay
otros puntos que podrían comentarse. El incorporar preguntas sobre temas
controversiales como la proyección de futuro en Arequipa y el país, la unión
civil y el aborto terapéutico, resulta excepcional.
Este tipo de entrevistas se vienen emprendiendo desde las últimas
décadas del siglo XX, fundamentalmente con el trabajo periodístico de las
periodistas Nexmi Daza Arenas, Paola Donaire Cisneros y Mirtha Núñez, quienes
han realizado numerosas entrevistas a personajes de la cotidianidad, destacados
intelectuales y profundos artistas. Por todo lo mencionado, debo felicitar y
aplaudir el atrevimiento, ingenio y coraje de Alejandra Aramayo en este trabajo.
Arequipa, 22 de octubre de 2015.
Discurso leído en la presentación del libro realizada en la
Biblioteca Regional Mario Vargas Llosa
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