LA MONSTRUITIS LIMEÑA A MEDIADOS DEL SIGLO XX[1]
Por: Hélard Fuentes Pastor
El caso del ‘Monstruo de Armendáriz’ y del ‘Negro Bomba’
evidencian un fenómeno de violencia llamado: “monstruitis periodística”.
Cuando Lima comenzaba a estructurar un nuevo eje
orientador de su cultura dado el constante proceso migratorio que se producía
en el país; ante cualquier suceso desgarrador y de dominio público, la sociedad
buscaba un culpable y exigía una sanción. La prensa escrita, habida de
información y nutrida por el sensacionalismo de la época, canalizó estas
impresiones y comenzó a crear ‘monstruos’, sin valuar, antes, la infracción del
acusado. No obstante, esta forma de periodismo ocupaba un espacio significativo
en la agenda de los ciudadanos, quienes denunciaban e inculpaban basándose,
únicamente, en las reseñas nutridas de efectismos que presentaban muchos
diarios.
Hubo dos acontecimientos –fundamentales para la historia
del periodismo nacional– donde se puede ponderar dicha actitud además de
mostrar a una población racista y discriminadora que reaccionaba contra “lo
llano”, “lo distinto” o sus equivalentes, y en otro sentido, lo que podía
significar “advenedizo”. Encontrando en aquellas humildes progenies, no muy
inocentes, pero sí víctimas de esta posición desmedida, el peor encare a su
etnicidad. Según la sociedad limeña, ahí se encontraban los culpables del
desorden y el caos que pululaba en la ciudad.
Uno de los episodios más significativos de mediados del
siglo XX debido al clamor nacional que produjo, gira en torno al caso del
“Monstruo de Armendáriz”. Jorge Villanueva, conocido como el ‘Negro Torpedo’,
fue ejecutado el 11 de diciembre de 1957, acusado y sentenciado por violar y
matar a un niño de tres años. Y el segundo, nos coloca frente a un partido de
futbol del ’64, donde Perú y Argentina pugnaban por clasificar a las Olimpiadas
de Tokio. Aquel encuentro tuvo trágicas consecuencias: la pérdida de más de
trecientas vidas, tras la indignación y enardecimiento de los espectadores
cuando el árbitro uruguayo, Ángel Pazos, anuló un gol peruano; en esta
oportunidad fue inculpado el hincha Víctor Vásquez, apodado después como el
‘Negro Bomba’.
Para Manuel Orbegozo, periodista que documento el primer
caso, “a Villanueva se le juzgó más por negro, vago y ladrón que por
asesinar a un niño”. Está misma condición la encontramos en el
acontecimiento del ‘64, cuando los medios de prensa señalaron que “dos
espectadores, primero uno de raza negra [Vásquez] y luego un joven, ingresaron
a la cancha para tratar de agredir al árbitro, siendo detenidos por la policía”.
Ambos personajes fueron acusados, señalados y vilipendiados por varios sectores
a nivel nacional.
Evidentemente, los protagonistas de tan disímiles pero
cruentos escenarios, tenían conductas violentas. Y la violencia, teniendo en
cuenta las reflexiones del psicólogo Julio Cerna Cano, “es un producto
social y no una causa endémica por sí misma en la que intervienen un conjunto
de factores que conforman un fenómeno multidimensional que debe ser atendido
desde una perspectiva sistémica”. En tal sentido, los casos tienen lugar en
una época de cambios trascendentales en el país, especialmente para una Lima
señorial y aristocrática que aún se resistía a la transformación de su realidad
geográfica, cultural, social, política, económica, que produjo la denominada ‘cholificación
de Lima’ (Quijano).
Ante esta vulnerabilidad en los imaginarios colectivos,
era natural que los culpables de las tragedias fueran hombres de piel oscura o
con facciones andinas y temple violento, provenientes de las clases más pobres
de la sociedad. No importaba las circunstancias que producían el suceso, sino
castigar a cualquier acusado que cumpla con esta condición étnica y social a
fin sosegar a una población enquistada con remordimientos, odios y venganzas
que la prensa amarilla alimentaba a diario.
Según afirma Víctor Maúrtua, Jorge Villanueva fue víctima
de “la ‘monstruitis’, un fenómeno que se difunde a través de los medios de
comunicación, creando seres siniestros que aterrorizan a la ciudad y hacen
clamar a la sociedad la aplicación de una terapia radical: la pena de muerte”.
El proceso judicial de este delincuente de ‘poca monta’ estuvo “cargado de
racismo, deseo de venganza colectiva y el objetivo exacerbado de limpieza
social en una Lima conservadora, moralista y despiadada” (Historia de la Pena
de Muerte en el Perú). Esta misma situación comenzó a producirse con el
‘Negro Bomba’, un hombre que fue inculpado por la tragedia del Estadio Nacional
en el ’64, y con ello, la prensa se permitió engendrar a otro monstruo.
Tanto el negro “Torpedo” como “Bomba” reunían otra
singularidad, lejos de ser tipos rebeldes y conflictivos, en cuanto a los
contextos, en cada uno de los eventos existe un valor constante que permite
vincularlos: ‘la justicia’. Con la muerte del primero, se pretendía
tranquilizar a una urbe que la clamaba en las calles; cabe mencionar que la
prensa contribuyó en estas cruzadas publicando titulares donde exigía a la
Policía Nacional la captura inmediata del asesino. Y en el año ‘64, la
población ejerce presión y la prensa, deja de ser un registro de información,
para adquirir un rol participativo, haciendo tangible la indignación; sin
embargo, según se conoce, muchos informes al respecto “se extraviaron”, quizás,
para siempre.
Los hechos comparten varias particularidades, pero una de
las más significativas radica en exponer el emplazamiento de la violencia tanto
en las víctimas como en los ‘supuestos’ victimarios. Así encontramos a un
criminal aseverando antes de morir: “Yo he cometido muchos delitos… he sido
un hombre malo… pero este crimen no me pertenece” (Jorge Villanueva), y a
un hincha peruano declarando que “estaba borracho”.
Jorge Villanueva Torres, con un pasado criminal que fue
creciendo desde la niñez reforzando su imagen de vago y ladrón como víctima del
exceso periodístico y jurídico de la época al sentenciarlo aun teniendo dudas
de su culpabilidad; y Víctor Melasio Vásquez, un muchacho del barrio de Breña,
que –pese a ser ‘detonante’ de la desgracia– no tuvo conciencia de los estragos
que ocasionaría (su reacción obedece a un momento de agitación repentina);
él, según comentan, se dedicó al consumo
exagerado de alcohol y de pasta básica que lo condujeron irremediablemente a la
muerte. Fueron dos monstruos creados por la prensa y la sociedad, uno sindicado
por violar y matar a un niño, y otro, como el culpable de la muerte de
centenares de personas.
No cabe duda que hubo negligencia y desidia de diversas
formas para ambas situaciones. En el primer caso, los jueces condenaron a
Villanueva con indicios, por presión pública; en el segundo, las autoridades
policiales quisieron restaurar el orden despóticamente, incluso se indica que,
frente al enardecimiento de la gente en el estadio, los superiores dijeron: “Mételes
gas, pues, cojudo”, “Van a ver lo que es la autoridad, autoridad es la
que manda”. Conductas igual de violentas como los cargos que se les
incriminaba.
En dichos incidentes existe una marcada atención sobre
los principales intérpretes del caos: la ‘monstruitis periodística’. Sin
embargo, en la tragedia de mayor magnitud, encontramos aspectos de cuidado: por
una parte, la tensión política que se vivía en Lima, llevando a responsabilizar
de los estragos a los comunistas; y por otro lado, la captura de Vázquez días
después de la conmoción social.
Por lo tanto, detrás de este fenómeno donde los medios de comunicación son
inductores de la violencia, encontramos propagandas que aterrorizan a la
población exagerando la verdadera presencia de los agresores generando las
condiciones políticas para ejercer el control social, además de revelar una
forma de violencia colectiva que se desarrolla y expande rápidamente en la sociedad.
En consecuencia, la prensa bebería estimular la cohesión entre los ciudadanos y
reconstruir el tejido social en base a valores fundamentales para la vida y la
convivencia, evitando caer en procesos caóticos y deshumanizados.
[1] Blog ANNALICEMOS HIST8RIA. Grupo
Universitario de Investigaciones Histórico Sociales. En:
http://annalicemoshist8ria.blogspot.com/2015/02/la-monstruitis-limena-mediados-del.html
Publicado: Lima, 19 de febrero del 2015. / Semanario La Central. Arequipa, del
11 al 17 de mayo del 2020. P. 6 - 7.
Comentarios
Publicar un comentario