LAS FIESTAS DEL CARNAVAL EN AREQUIPA

LAS FIESTAS DEL CARNAVAL EN AREQUIPA

Por: Hélard André Fuentes Pastor
En: Diario El Pueblo. Arequipa, 02 de marzo de 2014. P. 14 A.

Suplemento diario Ojo (1976)
Dibujo de Carlos Roose
HAN CAMBIADO LAS MODALIDADES DEL JUEGO, PERO SIEMPRE HUBO VIOLENCIA EN LOS FESTEJOS

El carnaval, es una de las pocas tradiciones donde variedad de comportamientos festivos y expresiones culturales logran confluir armónicamente. La fiesta del carnaval como tradición global o universal, adquiere un sentido particular según el espacio geográfico y el contexto sociocultural en que se desarrollan los festejos.
El carnaval arequipeño es resultado de la mezcla entre las manifestaciones culturales autóctonas, es decir, la estampa andina, y las expresiones occidentales, cuya presencia se ve afianzada con la influencia hispana en América. Por lo tanto, Arequipa, no sólo debe ostentar la merecida denominación de “Ciudad Caudillo” o “León del Sur”; sino también, debe reconocerse la arraigada tradición de entusiasmo por las fiestas, como el carnaval, que no ha sido jamás desmentida, pese a los tropiezos y dificultades de algunas épocas.
La investigación nos ha permitido identificar y plantear una periodificación en el proceso histórico de la fiesta del carnaval. De modo tal, que consideramos un Carnaval “Antiguo” (desde la colonia hasta inicios del S. XX); un “Nuevo” Carnaval (desde 1923 hasta la década del sesenta); y un Carnaval “Contemporáneo” (desde la década del sesenta hasta la actualidad). Cuya particularidad, durante los días de celebración en los periodos propuestos, es la prohibición del “juego en las calles”, restricciones que resultan ser más recias durante el último periodo, el carnaval “contemporáneo”.
Quiñe A. Romero menciona que el carnaval lo trasladaron los españoles a América, casi al promediar el siglo XVII. Asumiendo que el carnaval llegó al Perú con los conquistadores; podemos indicar, que con el establecimiento de la Villa Hermosa del Valle del Chili, el 15 de agosto de 1540, por García Manuel de Carvajal y otros fundadores, debió tener iniciación el Carnaval, tal y como afirma Francisco Mostajo en algunos de sus escritos. Bajo otras posturas, Luis Montoya menciona que antes de la llegada de los españoles se representaba fiestas carnestolendas en el altiplano del Perú y Bolivia, y en el norte argentino. Juan Miranda, considera que actualmente se conservan manifestaciones andinas en el carnaval, sobre todo en zonas altas como Caylloma.
Cobra especial relevancia dicho análisis, sin embargo, aquellas expresiones culturales, no obedecían a un “carnaval”, sino a ritualidades propias de las culturas prehispánicas, que con la llegada de los españoles, buscaron refugio en los andes, y su pervivencia se evidenció en festividades como aquella. Se puede afirmar que algunos comportamientos festivos ya existían antes de la llegada de los españoles, teniendo en consideración la aplicación de un vocablo quechua, como es “Puqllay” (juego).
Existían en el Perú, varias formas de jugar el carnaval. Una de las más conocidas, era la “catarata”, que consistía en un común baldazo de agua arrojada desde el balcón hacia el viandante; y el “jeringatorio”, que era el sistema utilizado por los varones que salían a las calles provistos de grandes jeringas, con las que arrojaban agua a los balcones. Otra de las formas de juego que se utilizaban, eran los “cascarones de huevo o cera”, rellenos con aguas de colores o con harina; dando origen, incluso, a toda una industria. Manuel Atanasio Fuentes, relataba, respecto a los carnavales limeños de 1840, que el juego era, sencillamente, un salvajismo.
En cuanto al folklore, encontramos la presencia de las “bífalas” y “ayarachis”, que eran dos comparsas festivas que recorrían las calles danzando huaynos y cantando coplas carnavalescas. También, es sabida la tradición de preparar potajes y chicha de frutas para los festejos de carnestolendas, cuya receta ha sido publicada por los investigadores Juan Guillermo Carpio Muñoz y Alonso Ruiz Rosas. Ambas expresiones culturales fueron legadas a los festejos de las nuevas generaciones, manteniendo vigencia, por lo menos durante el “Nuevo” Carnaval.
El “Nuevo” Carnaval, que comprende los años de 1923 hasta la década del ‘60, está contextualizado entre dos gobiernos presidenciales. Si bien, Augusto B. Leguía, que simpatizaba con las grandes fiestas, reformuló a su estilo las actividades del carnaval limeño a inicios del siglo XX, incluyendo en el programa, la elección de reinas y los rimbombantes “Corsos y Batallas de Flores” en las calles céntricas y plazas principales de la ciudad, aplicándose de igual modo en diferentes ciudades del país; Manuel Prado a fines de la década del cincuenta, dado el contenido violento que se acentuó en los juegos, sirviendo en muchos casos de excusa para la delincuencia, y con el afán de aprovechar los feriados del carnaval como laborables, se ve en la necesidad de prohibir las fiestas irremediablemente (en Arequipa, se suma a esta disposición, la trágica consecuencia de los terremotos del ’58 y ’60).
Las modalidades del “Nuevo” Carnaval, dieron inicio en Arequipa en el año de 1923, con la elección de la primera reina del Carnaval, la distinguida dama Doris Iriberry Gibson. Con aquellas novedosas “políticas” en el festejo, los teatros y cines locales cobraron relevancia (como el teatro Municipal, Olimpo, Fénix, Real, etc.), ya que en dichos lugares se daba inicio a la fiesta celebrándose la coronación de las reinas, y durante el carnaval, se realizaban los “bailes de fantasía”. También hubo festejos en otros locales como el Country Club, Club Internacional, Club de Leones, Rotary Club, Asociación “White Star”, Jockey Club Arequipa, etc.; y en muchos casos para presidir dichas actividades se elegía una Miss o Reina por cada uno. Las fiestas, tenían la duración de tres días, que preceden al miércoles de ceniza, es decir: domingo, lunes y martes de carnaval, los dos últimos eran feriados.
Cabe destacar, que el “Nuevo Carnaval” incluyó de forma oficial actividades del tipo artístico-cultural. Dos elementos se consideraron indispensables para la realización de las fiestas organizadas por el Concejo Provincial de Arequipa: los Reinados, que en el imaginario popular, auguraban el éxito de las fiestas, y el Corso de Flores, que se trataba de uno de los eventos más atractivos para la población arequipeña. No obstante, ha contribuido también a la celebración: las verbenas populares realizadas en muchos parques y plazas; los bailes populares o de “fantasía” y concursos, realizados en diferentes asociaciones, clubes y cine-teatros; así como también, los eventuales festivales carnavalescos realizados en el Estadio “Melgar”.
La modernidad ha modificado las modalidades de juego en la tradición de los carnavales, que forma parte de los “cambios” en dicha festividad. En vez de cascarones de huevo (carnaval “antiguo” y “nuevo”) se comenzaron a utilizar los globos (carnaval “nuevo” y “contemporáneo”); las jeringas (carnaval “antiguo”) y chisguetes de éter (“nuevo” carnaval) fueron reemplazados por rifles y pistolas de agua (carnaval “contemporáneo”); y en cuanto al agua colorada o de airampo (carnaval “antiguo” y “nuevo”) fue sustituida por las anilinas de diferentes colores (carnaval “nuevo” y “contemporáneo”).
Se puede sostener que las fiestas del carnaval en Arequipa, se han caracterizado siempre, por formas violentas de diversión pública, dado que la esencia del carnaval radica en ser una expresión de “libertad humana”. No cabe duda, que aun siendo cambiantes sus actividades, las fiestas tienen un indicador como “permanencia”, el cual es: el juego libre en las calles, con los diferentes artículos u objetos recreativos, que han sufrido modificaciones según el tiempo y/o periodo. El olvido de algunas actividades, y la incorporación de otras, significa que el carnaval sufre constantes variaciones, cosa que debe darse de un modo u otro, ya que de no producirse, dejaría de ser “tradición”.

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